LI
Es cosa lletja, ben cert,
endossà un llibre incomplert,
puix ningú pot sentî orgull
de vendre’l faltant-li un full.
LII
Amb tractats d’avicultura
s’instal·la una granja amb cura,
però el primer que cal fer
és vigilâ el galliner.
LIII
Compra llibres el nou ric
només perquè fan bonic.
Els ensenya, els presumeix…
però mai cap no en llegeix.
LIV
Llibres de marges migrats
per l’entès son rebutjats.
I si un tanoca s’hi engresca,
en llibres no sap que es pesca.
LV
Mira sempre amb gran recel
els llibres escrits amb fel,
res de bo d’ells aprendràs…
i malament pairàs.
LVI
Hi ha home modest que, amb apuros
en llibres esmerça duros.
En canvi, certa genteta,
mai ni hi gasta una pesseta.
LVII
Et tindran per animal
si incunables vens a ral.
Però encar t’hi tindran més
si d’un rave en vols diners.
LVIII
Hi ha rates de biblioteca
que dels llibres en fan teca,
i d’altres moltes hi ha
que viuen d’investigâ.
LIX
No perquè un hom té l’espassa
es torna savi si és ase,
que és un mal que no el remèdia
la millor Enciclopèdia.
LX
A més d’un bon literat
veureu comprar d’amagat
les novel·les policiaques…
i no sempre les més maques.
Del llibre: Els cent consells del llibreter decent de Jordi Trieu i Remeneu, Ed. Millá, Barcelona, 1947.
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Llibreria antiquària Ignacio Martín Villena ( Granada)
“ Hay gran diferencia entre el comercio del libro antiguo y el comercio del libro de ocasión o de segunda mano ( Second-hand-bookseller). A veces, ambas actividades son ejercidas por un mismo comerciante en un establecimiento único, pero en ningún caso deben confundirse.
Durante más de un siglo, el comerciante en libros antiguos fue clasificado en Europa entre los anticuarios. Esta voz se aplicaba entre los romanos a una persona que, por sus discursos o sus escritos, adoptaba formas arcaicas. Durante la Edad media se designaron con este nombre a los copistas, ordinariamente monjes. Más tarde, durante el Renacimiento, con el estudio de los clásicos griegos y latinos se aplicó esta voz para designar con ella a los eruditos que dedicaron sus estudios al conocimiento de la antigüedad, especialmente al de las artes y los monumentos. En este sentido, los franceses de hoy emplean la voz antiquaire; los italianos, antiquario, y los ingleses, antiquary; los alemanes, la palabra antiquar para designar al comerciante en libros antiguos y antiquariat para aquel que se dedica a la venta de libros de segunda mano.
Mientras el comerciante de libros de segunda mano tiene por objeto, de un lado, la venta del libro que ha pasado ya por uno o varios poseedores, o bien de aquellos que, sin haber salido de los dominios del editor, corresponden al saldo, o ejemplares restantes de una edición vendidos en condiciones excepcionalmente ventajosas por el editor mismo, el comercio del libro antiguo tiene como fin la venta de ejemplares que poseen un valor propio, resultante de su rareza, antigüedad, ilustraciones, tipografía, papeles, etc. En todo caso, la antigüedad, a menos que no sea de muchos años, no es suficiente para otorgar, por sí sola, valor a un libro. De aquí se deduce la dificultad para fijar el límite entre el libro antiguo y el libro de ocasión. Puede ser raro el ejemplar correspondiente a una edición recién publicada y que, agotada, su editor desista de reeditarla; el ejemplar perteneciente a una edición limitada, que se haya agotado. Ordinariamente, en las librerías de nuevo no suelen encontrarse libros de una antigüedad superior a cincuenta años, a contar de la fecha de su publicación”.
Lasso de la Vega, Javier: El comercio del libro antiguo. Gráficas González, Madrid, 1946. pp. 10.