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Posts Tagged ‘Calcografia’

Del llibre de Jaume Pla

“Les tirades limitades són un truc que han inventat els editors per valoritzar les seves edicions, per fer-les més rares i desitjables. En el fons no són gran cosa més que una immoralitat i una injustícia. Es pot defensar un tiratge limitat quan la tècnica de les il·lustracions no permeti una tirada llarga – en el cas d’estar gravades a la punta seca, per exemple -. Generalment no són altra cosa sinó el fruit d’una civilització bastant renyida amb l’ètica. Tot i que s’ha dit, la justificació de les curtes tirades pot tenir una raó al nostre país: es tiren pocs exemplars perquè no es vendrien més, perquè el mercat és limitat i l’amortització es fa amb els exemplars que es venen, no amb els que s’imprimeixen. Però la bondat d’un llibre no té res a veure en absolut amb el tiratge.

Museu Molí Paperer de Capellades

El paper de fil s’empra per la seva durada i per la bellesa intrínseca de la seva matèria. De totes maneres, no ens falten papers de fil mal fabricats, plens d’impureses, i altres que no tenen de fil més que el nom i el preu. El nom no significa res. El que interessa és el color, la qualitat setinada o rugosa, el gruix i la consistència. Aquests sí que són factors dignes de tenir-se en compte a l’hora d’escollir. Però moltes vegades seria preferible emprar un bon paper continu a un fil impossible d’imprimir.

Técnicas del Grabado Calcográfico y su estampación de Jaume Pla. Eds. Omega, Barcelona, 1986, 3ªed.pp.175

Hidra de Lerna (imatge a la Viquipèdia)

“ El bibliófilo, por lo general, es egoísta. Ama a sus libros como el avaro a sus caudales, como el amante celoso a la dama de sus pensamientos. El bibliófilo – que muchas veces es un bibliómano – se resiste a prestar sus libros, que no siempre lee, que mira y acaricia calculando sus méritos extrínsecos, los cuales provienen de la fecha de la impresión, del número de los ejemplares sellados, de un ‘exlibris’, de un autógrafo, de ciertas láminas, de la calidad del papel.

El bibliófilo sabe siempre lo que tiene entre manos. Su psicología – su fisiología, hubiera dicho Balzac – es la del coleccionista; si bien el coleccionar libros parezca ocupación y afición más nobles, por ejemplo, que la de reunir anillos de cigarros o ‘menús’ de banquetes.

Dentro del ‘género bibliófilo’ existen varias especies. Una muy generalizada es la del enamorado de las encuadernaciones suntuosas, de las guardas de raso, de la ornamentación de la página. Para éste, el libro es un artículo de  lujo, y un ‘Quijote’ o una ‘Divina Comedia’ que por su bajo precio se pongan ‘al alcance de todos’,  le inspiran el más profundo desdén. El bibliófilo suntuario suele entender más de pieles, de tintes y de estilos de letras que de las letras mismas. El libro en rústica le da náuseas.

Otra especie es la del bibliófilo omnívoro. A éste todo le interesa. No, naturalmente, para leer , sino para guardar.Su pasión consiste en acumular libros de cualquier índole, en catalogarlos por autores, por materias, por idiomas. Le encanta remover sus volúmenes, sacudirlos. Consume muchos plumeros durante su vida. Y la polilla le parece un monstruo más temible que la Hidra de Lerna.

Otra especie es la del bibliófilo cleptómano, la de esos rateros de libros que ‘operan’ en las bibliotecas, en las ferias de libros viejos, en las librerías de nuevo, en las casas particulares y allí ‘donde haya ocasión’… Exactamente como los tres ‘ratas’ de ‘La Gran Vía’. Pero no hurtan mas que libros.

Conocí en Madrid a un escritor famoso a quien no perdían de vista los mercaderes de la Feria del Botánico. Vile escamotear una vez un libro que marcaba cincuenta céntimos. Fue muy gracioso. Primero lo miró, lo escogió visualmente; luego le extrajo de la pila, lo manoseó, lo hojeó, espiando al feriante con el rabillo del ojo, y cuando supuso que podía consumar su hurto se lo deslizó en un bolsillo de su gabán. ‘Son dos reales, señor’, díjole en voz baja y respetuosa el librero. Entonces el bibliófilo cleptómano le entregó una moneda de cinco pesetas, exclamando:’¡ Lo hacía por castigarle! No sabe usted lo que vende… Otra vez será’.

¡Gran figura la de aquel ’ladrón de libros’! ‘El libro robado – díjome aquella misma tarde de su hurto fallido – es dulce y sabroso, como la fruta del cercado ajeno. Cuando yo era joven fui el terror de la biblioteca del Ateneo. ¡Que me prendan!. Rió con una risa que me pareció cervantina. Y concluye la anécdota”.

Article: “ El bibliófilo ‘mirlo blanco’ “, d’Alberto Insúa, a La Vanguardia del 16 de febrer de 1951, p. 5.

Biblioteca Ateneo de Madrid, sala “La pecera

 

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“En una edició de bibliòfil només són acceptables les tècniques nobles de reproducció: xilografia, talla dolça i potser la litografia. Pel que fa a aquesta, encara que és opinable la seva consideració com a gravat – i la nostra és contrària -, és en canvi indiscutible que és obra directa de l’artista i acceptable en bibliofília. Les consideracions sobre la seva harmonia amb la lletra impresa són les úniques que poden fer-la acceptar o rebutjar en cada cas.

Aquesta exclusió de les tècniques mecàniques de reproducció no és un caprici dels editors ni un afany gratuït d’encarir els llibres. Les il·lustracions les ha de fer la mà de l’artista, no la màquina. Entre el resultat del sistema més perfecte de reproducció i l’obra original hi ha sempre una distància enorme. És la distància que va del que és viu al mort. El traç directe de l’artista queda desvirtuat en passar per la màquina. Serà un cadàver molt ben conservat, perfectament embalsamat, però fatal i irremissiblement mort”.

Técnicas del Grabado Calcográfico y su estampación de Jaume Pla. Eds. Omega, Barcelona, 1986, 3ªed.pp.171-172.

 

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“ -¿Qué le han traído a usted los Reyes Magos, querido Gaziel?.

– Nada, señora. Hace ya mucho tiempo que no se acuerdan de mi.

– ¿ Será por sus muchos pecados?

– Por el peor de todos, que es tener más años de los necesarios.

– No lo crea  usted, porque a mi todavía me han dejado algo en el zapato.

– Las damas, mi querida amiga, no tienen edad, y sus zapatos, cuando son hermosas, fácilmente se confunden con una babucha de muñeca.

– ¡ Qué galante es usted!

– Más lo han sido los Magos. Pero. ¿ puede saberse ya qué le trajeron? ¿Joyas, encajes, perfumes, brocados…?

– Nada de eso. Se trata de algo nuevo, excepcional, que a usted seguramente le gustará más que a mí misma. ¿ No lo adivina ya?.

– No, francamente.

-¡ Un libro, hombre de Dios! Los Reyes Magos me han traído un libro.

– ¡Cómo !

– ¿ Ve usted? Ya sabía yo que iba usted a poner unos ojos como dos candiles.

– En efecto: ¡ es tan raro, en España, no que los Reyes se muestren galantes con las damas, sino que sus ofrendas sean espirituales! … Y dígame: ¿ qué libro es ese?

– Una preciosidad. Dicen que hasta ahora no se había visto, en este ramo de la bibliofilia, cosa igual entre nosotros. Va encerrado en un estuche de seda. Más que un libro, parece una joya.

– ¿ Y, cómo se llama ese libro-joya?

Semana Santa, por Gabriel Miró. Es una edición, soberbia y exquisita, de una de las obras más características del gran prosista levantino. ¡si viera usted las láminas que lleva grabadas al boj! ¡ Y qué papel. Qué márgenes, qué tipografía!… Pero, ¿ qué le pasa a usted? Vuelve la cabeza. ¡ Acaso no le gusta esa obra?… ¡Mírela, por Dios! Aquí está el estuche. Esta es la portada.

-¿ La ha leído usted?

– ¡Por lo menos diez veces! Primero el nombre del autor, arriba. Luego las grandes titulares. Ornamentación profusa. Y más abajo, una línea secundaria que dice… ¡ Es posible?… Dice: Nota preliminar por Gaziel. ¡Ah! ¿ Con que usted anda metido en este asunto de mis Reyes Magos?

-¿ Yo? ‘De ninguna manera! A mi el editor de esa obra me pidió, hace mucho tiempo, que le escribiese cuatro palabras iniciales. Y nada más.

-¿ Le conoce usted, entonces?

-¿ A quién va a conocer un pobre escritor, si no es a todos sus presuntos cómplices?

-Dígame, pues, en confianza; este de quien hablamos, ¿ no está un poco chiflado?

-¡Caramba! ¿ Por qué lo dice usted?

-¿ Sabe usted cuánto vale este ejemplar de Semana Santa?

-No sé, y usted tampoco debería saberlo.

-¿ Por qué?

-Porque, según acaba de decirme, es un regalo que le han hecho a usted los Reyes Magos, y esos señores acostumbran a borrar los precios y escamotear las facturas.

-Es verdad; pero mi marido tiene mucha confianza con los criados de los Magos, y lo que ellos le contaron yo he querido saberlo, para cerciorarme de que el regalo de este año no desmerecía del magnífico Renard que me trajeron el año pasado. Y, ¡pásmese usted! El libro vale casi tanto como la piel de zorro; seiscientas pesetas. Honradamente: ¿ usted cree que se venderán tres? Por algo le decía yo a usted que el editor está chiflado.

-Tal vez; los hombres de negocios tienen también sus chifladuras, como los poetas.

Article: “El libro-joya” de Gaziel a La Vanguardia, 8 de gener de 1932, p. 5.

 

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“Il·lustració.- No tots els artistes tenen les qualitats necessàries per a ser il·lustradors. Un bon artista, fins i tot un bon gravador, pot resultar un pèssim il·lustrador. Per ser-ho amb èxit es necessita fantasia i inventiva, sentit de la composició i generalment una virtut que no té cap relació amb el resultat qualitatiu de l’obra en si: saber dibuixar de memòria.

Hi ha grans artistes que necessiten el model, ni que sigui com a referència o punt de partida. Aquests artistes difícilment podran il·lustrar llibres d’acció amb temes de moviment o de composicions complicades. A més – i també, amb independència del valor absolut de la seva obra -, l’il·lustrador no pot oblidar que el seu treball serà contemplat a la mateixa distància que el text. Aquesta és una lliçó que devem a l’artista del llibre H. Alsina, gran coneixedor del gènere i que no oblidarem fàcilment. Moltes il·lustracions hem vist que farien un bon paper emmarcades i penjades en una paret, però que salten, s’escapen de les pàgines del llibre. L’artista ha fallat, però ha fallat encara més l’editor o el director de l’edició que les va acceptar.

D’altra banda, no tots els artistes són igualment aptes per a la interpretació de tots els textos. Cal buscar un paral·lel entre la sensibilitat de l’escriptor i la de l’il·lustrador; ha d’existir una absoluta compenetració espiritual entre tots dos”.

Técnicas del Grabado Calcográfico y su estampación de Jaume Pla, Eds. Omega, Barcelona, 1986, 3ªed.pp. 170-171.

 

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“La bibliofilia – dicen los organizadores – nació con el libro, manuscrito o impreso. El descubrimiento de la imprenta, el desarrollo de la encuadernación o ‘las influencias venidas de Italia’, producirán un florecimiento de bibliófilos, entre los cuales hay un personaje, Jean Grolier, quien seleccionaba ediciones raras, que hacía estampillar con su divisa.

Escut d’armes de Jacques de Thou

En la presentación de la Feria, un librero recordó que ‘ afinales del siglo XVI los grandes parlamentarios y estadistas desplazaron a los financieros. Gentes como Jacques de Thou o el canciller Seguier hacen encuadernar sus libros con las armas del respectivo escudo, Mazarín logra que su biblioteca sea tan importante como su colección de arte: Colbert reúne más de quince mil manuscritos y en el siglo XVIII, el virus de la bibliofilia prende en las mujeres, como lo demostraría la biblioteca de la marquesa de Pompadour.

Madame Pompadour

Según los organizadores del encuentro, ‘hoy los bibliófilos son legión’ ( aseguran que Barcelona es una de sus más brillantes capitales) y ‘ ya no se les recluta exclusivamente entre las profesiones ‘intelectuales’ o ‘universitarias’. Además de los hombres de negocios hay, incluso, miembros de profesiones poco afortunadas, que invierten en el libro o el manuscrito, a partir de una pasión previa.

Los mismos organizadores creen que ‘la tendencia a la especialización se afirma cada vez más’. Y que ‘hay un léxico del libro antiguo que vale la pena divulgar’. Así, ‘la palabra incunable designa un libro impreso antes del mil quinientos’ (sic), mientras que, ‘para los puristas, libro antiguo es aquel fechado entre 1500 y 1800’. La edición del 1800 ‘corresponde a los románticos’ y ‘libros modernos’ son ‘los nacidos con la Era Industrial’ y, de hecho, los libros de pintores.

También enseñan que ‘uno de los primeros catálogos de librero es el de Aldo Manuzio, célebre imprentero veneciano que publica en 1498 su primera lista de ediciones con precios’. La palabra’curiosa’ define, entre bibliófilos, la literatura ‘ligera, licenciosa o erótica’. Y el nombre ‘edición original’ es del siglo XVIII, cuando florecían las falsificaciones holandesas. Antes, se hablaba de ‘edición prínceps’, tradicionalmente la primera publicación de una obra en librería, con el consentimiento del autor. Pero la publicación en los periódicos ( el folletón habitual del siglo XIX) no interesa a los bibliófilos, salvo en casos muy particulares como el de ‘madame Bovary’.

Estos libreros maníacos enseñan que ‘en el siglo XV una tirada media era de 450 ejemplares, en el XVI de cerca de 900; en el XVII y XVIII hay un techo, los dos mil ejemplares; en el XIX el libro accede a la Era Industrial ( más de 2.500 ejemplares) y hoy, una tirada puede oscilar entre 3.000 y 20.000 ejemplares. En fin, al cabo del siglo XIX los ‘amateurs’ impulsaron las tiradas limitadas, en buen papel.

Article: “La bibliofilia, un virus benigno y cultural”, Óscar Caballero, a La Vanguardia de 25 de juny de 1989.

 

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Jaume Pla, Ed.Omega, 1986.

“Perfecció de la part tipogràfica.- Sense text no hi ha llibre possible. En altres paraules: un llibre és un text per llegir. D’aquest fet es desprèn lògicament la importància de la tipografia. Si la manera de resoldre la impressió i compaginació d’un text entra dins de l’opinable, el que no pot discutir és la seva perfecció material.

En què consisteix una bona impressió? Composició a mà, ja que cap màquina, ni la moderna monotip, han aconseguit la perfecció de la lletra de fosa i l’elasticitat i recursos de la mà del caixista. Lletres amb el seu dibuix íntegre sobre el paper, sense perfils trencats o gastats per l’ús. Igualtat de tintatge en una pàgina i entre les pàgines del llibre entre si. Pressió justa, que no deixi empremta sobre el paper per excés o faci fallar lletres per defecte. Justificació encertada de les línies que elimini els carrers – espais en línia recta en diverses línies – i espaiat regular entre les diverses paraules. Exclusió, en el possible, de paraules trencades al final de línia. I subratllem aquest concepte, perquè la pruïja de no posar ni un guió en tot un llibre fa cometre sovint faltes més greus: l’espaiat excessiu o la manca gairebé absoluta d’espais i encara el que és pitjor, l’ús de cartolines entre lletra i lletra. En fi, això no és un tractat de tipografia. L’impressor ha de conèixer el seu ofici i se li ha d’exigir un treball ben fet. El que no se li pot demanar, i es fa normalment, és que construeixi un llibre. Si una casa la projecta l’arquitecte i la construeix el paleta, un llibre l’imprimeix l’impressor i el dirigeix ​​una persona que té la responsabilitat del conjunt”.

Técnicas del Grabado Calcográfico y su estampación de Jaume PlaEds. Omega, Barcelona, 1986, 3ªed.pp. 169-170.

“Si poseer libros bellos es en sí un indiscutible placer, a cualquiera que desee disfrutar de ellos plenamente le convendrá adquirir conocimientos relativos a la historia del libro, a la edición, a las técnicas de impresión, tipografía, tipos de papel, artes de la ilustración y la encuadernación. Esos conocimientos permitirán a los amantes del libro, de cualquier categoría, sortear toda suerte de obstáculos que pudieran dificultar el disfrute total de estos instrumentos del saber y de la cultura; lo ilustrarán igualmente acerca de la conservación de sus volúmenes.

El inventario de libros preciosos y raros no está dirigido únicamente a quienes están en condiciones de adquirir obras costosas; interesa por igual a quienes buscan comprender la historia y sus incesantes mutaciones. Los libros son espejos en una compleja multiplicidad de sentidos, son, por encima de cualquier otro artefacto creado por la mano del hombre, imagen de la sociedad y de los individuos que la constituyen; reflejan – puesto que las contienen – las más hondas preocupaciones y felicidades, las limitaciones, los deseos, la vida. Y ello es verdadero no sólo en el texto, sino en todo lo que concurre en la realización del libro en tanto objeto, en tanto cosa manufacturada: los caracteres de imprenta, las marcas de papel, los grabados, las encuadernaciones, que constituyen señales específicas y reveladoras de una época, de una parte enormemente significativa de la civilización.

Aunque se asegura que se llega a la bibliofilia como se llega a la religión, es decir con el todo de nuestra vida, esta ciencia, o arte, suscita infinidad de vocaciones tardías a través de las cuales cada uno arriba a la confrontación de su verdad, nunca es demasiado tarde para encarar el propio destino. Es preciso además desechar el temor de caer en una falsa y desvirtuante homogeneidad: no existieron ni existirán dos bibliófilos que se interesen exactamente en los mismos libros, ni de la misma manera”.

 

Article: De la bibliofilia.Juan Carvajal de Rodrigo Ortega, a Artes del libro.

Digitalitzat a: http://www.artesdellibro.mx/de-la-bibliofilia-juan-carvaja.php

 

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Gravat calcogràfic de Goya. Estampa 3 de Los desastres de la guerra.

“Valor literari del text.- Fer una edició de luxe amb un text mediocre equival a muntar un còdol en metalls preciosos. És elemental que la pedra estigui d’acord amb la muntura. El contrari s’assembla a una estafa o almenys és una impropietat. Aquesta premissa que sembla òbvia, quantes vegades l’hem vist oblidada! Fins i tot ho ha estat per la nostra bibliofília més organitzada, oficial i presumida. Amb l’esquer d’una venda segura i bons beneficis, hem vist edicions de luxe d’obres primeres, donant al qualificatiu el seu sentit més pejoratiu. Aprenents d’escriptor han servit els seus balbucejos amb vestidura règia. D’altra banda, autors pretèrits justament oblidats i prou jutjats s’han presentat amb honors que no mereixien. En fi, raonar més aquest extrem seria ociós”.

Técnicas del Grabado Calcográfico y su estampación de Jaume Pla. Eds. Omega, Barcelona, 1986, 3ªed.pp.169.

 

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Sant Jeroni escrivint, Caravaggio ( 1605-6)

“¿Se ha preguntado Usted en qué consiste un libro de bibliófilo? Si lo ha hecho se habrá dado cuenta que no es una pregunta de fácil respuesta. ¿ Qué características debe poseer determinado volumen merecedor de ese título que se le rehusa a otros? Numerosas razones pueden hacer que un libro sea particularmente destacado, buscado y apreciado; esas razones fluctúan y van desde el estricto interés por su contenido, la calidad de su tipografía, la belleza de su encuadernación, su cubierta, sus ilustraciones o la singularidad de éstas, hasta su valor en el mercado o el hecho de que haya pertenecido a un personaje famoso, entre otras.

Lo que hace que nos preguntemos enseguida qué es un bibliófilo. Estos ‘buscadores de libros raros y preciosos’ constituyen una vasta familia cuyos integrantes poseen cada cual motivaciones y gustos propios, al punto que podemos entender como bibliófilo al investigador o al erudito que indagan a través de memorias o de obras históricas de o sobre una época determinada; aquel que ama su provincia o si ciudad y reúne toda clase de publicaciones alusivas, catálogos, estudios, monografías, al tiempo que lleva a cabo una relación sobre ellas; al apasionado por la literatura que colecciona las diferentes ediciones de sus autores preferidos, en busca de las menores modificaciones de texto entre una edición y otra; al amante de la pintura – incluso si apenas lee – que atesora los libros ilustrados por sus pintores favoritos o toda monografía sobre éstos; aquel que pasa largas horas en la contemplación de las obras expuestas por las grandes bibliotecas; aquel que ya sea por su profesión o por mero placer, realiza esmeradas encuadernaciones. Entonces, nos preguntaremos aún, el simple pero fervoroso lector que se encuentra lejos de las grandes ediciones y no es poseedor sino de modestos volúmenes a los que ama de manera entrañable, ¿ podrá pertenecer él también a la familia de los bibliófilos? Naturalmente que sí, y en su caso, su amor por el libro como cosa y como símbolo, su conocimiento y gusto le serán por excelencia la carta de naturalización requerida para ingresar a ese universo fascinante como pocos”.

Article: “De la bibliofilia.Juan Carvajal de Rodrigo Ortega, a Artesdellibro.

Digitalitzat a: http://www.artesdellibro.mx/de-la-bibliofilia-juan-carvaja.php

 

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“La manca d’una crítica responsable, documentada i especialitzada ha contribuït per la seva part al fracàs de la nostra moderna bibliofília. És clar que la crítica d’art es pot enfocar de dues maneres diferents: com una lírica descripció de l’objecte que es jutja, capaç de fer arribar al lector una emoció semblant a la del contemplador directe, i en aquest sentit aclarir-li les idees partint del supòsit que el crític sigui el contemplador més sagaç; o també es pot enfocar comparant l’objecte que s’analitza a un patró ideal i perfecte. L’excel·lència de l’obra d’art dependrà de l’exactitud amb que coincideixi amb el patró ideal. Les coses de l’esperit no es produeixen mai d’una manera tan rotunda com per reduir-les a fórmules. De tota manera, en el cas concret de les edicions de bibliòfil és innegable que necessitem tenir una clara idea dels valors que ha de posseir un llibre per jutjar fins a quin punt han estat aconseguits. La desorientació que lamentem deriva del fet que la crítica s’ha exercit – si s’ha exercit – per gents sense la preparació deguda. No cal subratllar que sempre que s’ataca una cosa es tenen en compte les excepcions. Si podem dubtar del judici sobre una obra d’art plàstic emès per un crític musical, tenim dret a desconfiar de la crítica de llibres exercida per un crític d’art. És clar que, en tots els casos, els coneixements per parlar d’una o altra cosa no són incompatibles ni de bon tros. L’únic que cal és posseir-los en realitat.

Esquematitzant, es pot afirmar que un bon llibre serà el resultat de les condicions següents, cadascuna de les quals estudiarem després

1a Valor literari del text.

2a Perfecció de la part tipogràfica.

3a Encert en les il·lustracions -si n’hi ha – en la seva doble relació, espiritual amb el text i material amb la tipografia.

4ª Resultat aconseguit amb aquests elements en el seu aspecte final d’harmonia, personalitat i caràcter.

Técnicas del Grabado Calcográfico y su estampación de Jaume Pla. Eds. Omega, Barcelona, 1986, 3ªed.pp. 167-168.

 

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“Nada debe olvidarse. El rústico cuero o la fina piel de la encuadernación idealizada, siempre arte y pensamiento unidos, sin solución de continuidad, han sido simultáneamente exaltados y víctimas, a un mismo tiempo, de la persecución y de las llamas.

El arte de la encuadernación ha seguido en línea recta su destino bajo la sombra augusta del libro medieval. Desde la época del Renacimiento hasta nuestros días no se ha borrado su presencia suntuaria.

Los fabricantes de curtidos le han sido fieles. Herramientas y artefactos rudimentarios han sido sus pertrechos tradicionales. El martillo del batehoja indispensable. El aliento de los artífices su mayor eficacidad.

Al exaltar hiperbólicamente las excelencias de la encuadernación en el aspecto histórico, observamos, sin embargo, que algo ha pasado sin la debida consideración o ha sido muy vagamente aludido, siendo este ‘algo’ el quid que ha consentido la realización de dorados acordes estéticos de resonancia universal que edifican y fusionan el arte y la ciencia”.

 

La bibliofilia, la encuadernación y el grabador de pequeños hierros”. D’Emilio Brugalla, a Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona; Tercera época, núm. 784; Vol. XLIII, núm. 10; pp.6-7.

 

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“ La bibliofília moderna no és un luxe gratuït ni un negoci que viu l’esnobisme de les classes adinerades, com creu alguna gent suspicaç. La seva justificació deriva del primor en l’execució material que es persegueix i del tot espiritual que denota el saber apreciar els detalls de perfecció, de bon gust i de sensibilitat. La màquina ha envaït totes les activitats de producció; el meravellós instrument que són les mans de l’home va perdent la seva aptitud creadora per falta d’ús i la nostra civilització sembla que acabarà per destinar les mans al simple menester d’anar prement botons que ens donaran tots els treballs fets. Fets, sí, però sense aquesta perfecció entranyable i plena de sentit de les coses fetes a mà.

Francesos i anglesos són els que han anat més lluny en el cultiu d’aquest art relativament modern. Al nostre país van ser Ramon Miquel i Planas i Gustavo Gili els capdavanters, durant una ja llunyana època, d’aquest tipus d’edicions primoroses. La seva activitat ens ha deixat obres modèliques. En un sentit més luxós, més potser dins la influència francesa, els llibres de La Cometa que va editar Gustavo Gili han passat a ser els clàssics de la bibliofília autòctona. Posteriorment, i com a resultat d’unes condicions econòmiques excepcionals, es va originar una proliferació desmesurada de l’alta bibliofília. Una sòlida preparació hauria pogut donar òptims resultats aprofitant l’esnobisme i altres raons extra-artístiques. Però la improvisació la majoria de vegades i l’afany de lucre per sobre de consideracions de més força han conduït a una crisi inevitable al compàs de la desaparició d’aquell estat excepcional. Per sobre de tot, la bibliofília té una raó d’existir, i a l’estudi de les seves condicions essencials volem destinar aquestes línies. D’haver-se fet amb anterioritat, la crisi actual potser no seria tan profunda o no s’hagués produït, almenys, una sortida d’òrbita tan exagerada d’una activitat que, donada la densitat espiritual del país, no pot tenir lògicament el volum que va aconseguir”.

Técnicas del Grabado Calcográfico y su estampación de Jaume Pla. Eds. Omega, Barcelona, 1986, 3ªed.pp. 166-167.

 

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“La bibliofilia contemporánea reúne distintos caracterismos. Sus preferencias no se limitan a venerar las reliquias del pasado. El presente ofrece valores equivalentes que reflejan, a través del arte y de la ciencia, su vitalidad. Se aprecia ante todo la belleza de la impresión y la calidad del papel que hace agradable la lectura.

Sus deseos estéticos se decantan por el libro de rango y distinción llevado a cabo, en las ediciones sublimadas, con el concurso de los mejores artistas de las artes gráficas y de los pintores y grabadores que saben comprender el libro y, siguiendo la tradición, dominan la técnica de su especialidad ilustrativa, pero añadiendo a las disciplinas propias de cada una de sus modalidades el sentido de lo estético y una clara visión personal que consigue ceñir a su voluntad, libre de trabas, una escrupulosa rectitud.

Esta iniciativa deriva, con crecientes exigencias, de finales del siglo pasado, cuando los nuevos amantes del libro de París se pusieron de acuerdo exigiendo la renovación del libro, tanto en lo que afecta a la ilustración como a las enormes posibilidades del arte de encuadernar, que se apuntaban maravillosas y originales a partir de 1900, como más adelante veremos.

Desligados los adeptos de cada país de la noble pasión por el libro antiguo en aras del libro moderno, no se excluyen sistemáticamente semejantes objetivos, sino que, con frecuencia, se da una prudente simultaneidad.

Las sociedades de bibliófilos de Europa y de América han fomentado en nuestro siglo, con altas finalidades, la afición al libro de arte moderno. Afición que no es menos substancial que la que atrae el encanto del libro antiguo, que sigue siendo insoslayable paradigma de toda innovación.

Nada tiene que ver este afán y esta compatibilidad con la seudobibliofilia de la especulación y del esnobismo, de la que tanto se habló en el mercado francés después de 1914.

Aparte la valiosa aportación y eficaces auspicios de expertos editores especializados en el libro y el arte vinculado con las letras, el bibliófilo interviene con sus iniciativas, en privado o colectivamente, al logro artístico del libro actual – sea clásico o contemporáneo su contenido – a través de las mencionadas asociaciones de evidente sentido ecléctico instituidas con este fin.

La Asociación de Bibliófilos de Barcelona es un bello ejemplo.

Además de las publicaciones, no muy numerosas, de libros inéditos o de rara publicidad, exalta las bellezas de la literatura clásica y moderna conjugando la extensa gama de posibilidades que el arte ofrece en nuestro país. En los ágapes reglamentarios exponen sus asociados particularidades bibliofílicas del mayor interés. En exposiciones de carácter público dan a conocer su actividad eminentemente cultural”.

La bibliofilia, la encuadernación y el grabador de pequeños hierros”. D’Emilio Brugalla, a Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona; Tercera época, núm. 784; Vol. XLIII, núm. 10; pp.4-5.

 

 

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“Si bé el gravat pot tenir una finalitat tan independent com una pintura i una escultura – en aquest cas pren el nom d’estampa -, és innegable que l’art del gravat va néixer en funció del llibre i està encara en bona part lligat a ell. La il·lustració bibliogràfica es va originar amb la miniatura, va evolucionar per motius d’ordre econòmic, es va usar el gravat en fusta i la talla dolça i ha acabat en els moderns sistemes de reproducció mecànica que tenen per origen la fotografia. El que va ser en una època procediment corrent a falta d’un altre més ràpid i econòmic, ha donat naixement a un tipus d’edicions que consideren el llibre no només com un mitjà transmissor d’idees, com un aparell utilitari, sinó com una veritable obra d’art. Actualment, en dir bibliofília no s’indica només amor i afició al llibre, com es desprèn de l’etimologia estricta del vocable, sinó amor a un cert tipus de llibre. Un llibre per bibliòfil vol dir així mateix alguna cosa específica.

La diferenciació entre el llibre corrent i el de bibliòfil ha estat el fruit de la industrialització i de la prodigiosa quantitat de paper imprès que caracteritza a la civilització moderna. La producció massiva ha estat com sempre contrària a la qualitat. Als antics impressors que van crear tantes meravelles, no els guiava tan sols una intenció explícita de fer un llibre d’un tipus diferent, sinó que l’imperatiu de bellesa actuava en ells naturalment. El llibre era ja de per si alguna cosa estranya i car i l’impressor no practicava una indústria sinó un bell ofici”.

Técnicas del Grabado Calcográfico y su estampación” de Jaume Pla. Eds. Omega, Barcelona, 1986, 3ªed.pp.165-166.

 

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Tractatus pulcherrimus de amore librorum’, Richard de Bury (1344)

“Del mismo modo que las piedras hablan en secreto, hablan también tácitamente los sillares del libro: el papiro, el pergamino, el papel, la escritura, los caracteres movibles, los grabados y la encuadernación.

Así lo entiende el sentimiento de la bibliofilia, el fervor del bibliófilo: doctorado que no se obtiene en las aulas, pero cuyo título gratuito distingue a quien, afecto a las letras humanas y amante de la lectura, respeta, con juicio sereno, la prioridad de los manuscritos antiguos, la belleza de los incunables, la incógnita del libro grande o pequeño. Ánfora espiritual que revela el progreso histórico de la mente humana.

El amor al libro tiene rancio abolengo. Su vehemencia evoca al obispo de Durham, Ricardo de Bury, autor del manuscrito redactado en latín a principios del siglo XIV titulado ‘Philobiblion’, con el subtítulo ‘Tractatus pulcherrimus de amore librorum’, traducido a las principales lenguas habladas de Europa.

El afán de poseer en propiedad el difícil ejemplar es acariciada ambición, no siempre asequible. Dedicándose a una especialidad, o sin previas limitaciones, el bibliófilo y el coleccionista andan en su busca, recorriendo los catálogos de los libreros anticuarios de uno y otro país, frecuentando sus sedes y asistiendo a sus reuniones bibliofílicas. Los hallazgos le emocionan y acrecientan pacientemente su colección, que nunca se da por terminada. La venerable antigüedad de ciertos libros, su procedencia, la significación de los grabados, la fecha y lugar de su impresión, son objeto de sutiles averiguaciones. Una sensibilidad estética y un singular aprecio inducen a lavar y encolar los pliegos, si es preciso; a reparar sus roturas; a restaurar los quebrantos de las encuadernaciones de época, que ante todo se respetan, y, finalmente, a vestir con propiedad la penosa desnudez del libro infortunado con el buen deseo de que pueda llegar, sin desdoro, a la más lejana posteridad. El coleccionista de libros raros y curiosos no se improvisa”.

La bibliofilia, la encuadernación y el grabador de pequeños hierros”. D’Emilio Brugalla, a Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona; Tercera época, núm. 784; Vol. XLIII, núm. 10; pp.3-4.

Digitalitzat a: http://www.artesdellibro.mx/la-bibliofilia-la-encuadernacion-y-el-grabador-de-pequenos-hierros-emili-brugalla.php

 

 

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