
“La Biblioteca Balaguer, de Vilanova i Geltrú, adjunta al Museu del mateix nom, ha estat recentment incorporada al Cos d’Arxivers, Bibliotecaris i Arqueòlegs de l’Estat.
L’establiment, inaugurat l’any 1884, i cedit per Víctor Balaguer, son il·lustre fundador, a Vilanova i Geltrú, en 1900, fou servit fins a la mort, pel benemèrit impressor D. Joàn Oliva, qui hi omplia les funcions de bibliotecari amb veritable amor, i a ell és degut l’actual catàleg per matèries.
El nombre inicial de volums, donats per Víctor Balaguer, fou de vint-i-dos mil, a més dels manuscrits i autògrafs; havent crescut amb donacions successives fins a atènyer el de quaranta cinc mil.

Scriptorium scriptorarum, Pablo de Santamaria. Mantua 1475
Integren la biblioteca quatre seccions : Manuscrits, Incunables, Llibres i Revistes, guardant-s’hi alguns exemplars, ricament enquadernats, pertanyents a la llibreria de Don Pere d’Aragó; el Scrutinium Scripturarum de Pablo Santamaría , imprès a Mantua en 1475; les obres de Sant Tomàs, edic. de Nicolau Kesler, Basilea, 1492; la Bíblia, impresa a Venecia el mateix any per Jeroni Paganini; les obres de Sant Bonaventura, impreses a Montserrat el 1499; les Comèdies de Terenci, edic. Rosenbach, Barcelona, 1498; una edició microscòpica de la Divina Comèdia, feta a Venecia per Miserini en 1629; els Usatges, editats per Carles Amorós, 1544; les obres de Nebrija, per Luschner, Barcelona, 1505; una col·lecció de 685 goigs de sants venerats a Catalunya; una col·lecció d’obres sueques, vingudes per conducte del Prof. Lidfors, de la Universitat de Lund; una col·lecció de llibres japonesos, i fullets referents a la historia de Catalunya, especialment a la guerra d els Segadors.

Nebrija, Barcelona, Luschner, 1505
S´hi conserven disset manuscrits aràbigs, i alguns procedents del monestir de Poblet, i un gran caudal de correspondència de Víctor Balaguer, de força interès per a la historia política d’Espanya en la segona meitat del segle XIX.
La biblioteca Balaguer fou incorporada a l’Estat amb data del dia 8 del passat mes de juny, i en virtut d’una clàusula testamentària del fundador (que autoritzava l’agregació, en el cas previst de manca de medis per sostenir-la i mantenir-la oberta al públic), per la Junta actual del Patronat que administra la Biblioteca Museu. Aquest no va incluït en el traspàs.
Article de M. F: “Vilanova i Geltrú. Biblioteca Balaguer”, en el Butlletí de la Biblioteca de Catalunya de Gener-Agost 1915.Barcelona. Institut d’Estudis Catalans. Palau de la Diputació.

Usatges Barcelona, 1544
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“ Dice el poeta Felipe Benítez Reyes en su poema “Catálogo de libros raros, agotados y curiosos: “Todos los libros llevan un estigma de olvido”. Para espantar esos olvidos, ese estigma, convoco en este pregón a todos los que aman los libros. Y a todos los que han sabido hacerlos llegar a ferias como esta para que otros, como nosotros, los rescaten de su olvido.
No puedo recordar como empezó esta pasión tan duradera, civil y benigna, este voluntario oficio de buscador por casetas, estanterías , mesas, rastros o trastiendas de libreros de viejo, de antiguo o de ocasión. A veces los recuerdos son como notas a pie de página, esas leves e impulsivas escrituras que armados de lápiz y apuntando a los márgenes, dejamos en los libros que hemos ido leyendo: el tiempo las va desdibujando o sencillamente, lo que un día señalamos con pasión, se convierte en algo críptico, incomprensible, también para nosotros que dejamos esa marca contra el olvido. La plácida enfermedad del buscador, y poseedor, de libros suele manifestar sus primeros síntomas en edad temprana. Crece con los años, se va haiendo más compleja, tiene brotes un tanto incontrolados, es resistente a tratamientos y finalmente queda estigmatizada como una rara e incurable enfermedad. Hay que aprender a vivir con ella. Como hay que saber convivir con nosotros mismos, con los acumuladores de libros. Y, lo que no es tan fácil, hay que ensenyar a otros las maneras de poder convivir con nosotros y nuestras circunstancias: los viejos libros o los nuevos libros. Los encontrados, desordenados, en montañas, en estanterías, avanzando por los pasillos, con algún orden o en perfecto estado de desorden. Ese caos ordenado con el que hemos aprendido a convivir.
Entre mis recuerdos infantiles, conservo los de algunas mañanas en las que mi padre me había soltado la mano porque estaba buscando entre esos montones de la mesa de ofertas algún libro de ocasión en la Cuesta de Moyano. Era maestro y le gustaba leer. Es decir, estaba condenado a comprar entre los libros de saldo. Que la vida era un saldo lo empezamos a comprender más tarde. Entonces solamente éramos un niño al que han soltado la mano, al que han otorgado unos momentos de libertad en un mundo rodeado de libros, de tebeos. Ilustradas historias que nos llevaban al misterio, las aventuras y a los imaginarios placeres de creernos libres y con un futuro apasionante.
Yo entonces prefería los quioscos, especies de ancladas naves piratas, tentación sin banderas dónde, además de conseguir pipas, palomitas o chicles, podías comprar o cambiar cuentos que olían a nuevo los días de fiesta; o que tenían el pedigrí de las cosas usadas, y abusadas, los días de diario y calderilla. Cuentos de nuestra infancia, universos poblados de historias bélicas, detectivescas, familiares, legendarias o aventureras.
Pregó de la XXXIV Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, Javier Rioyo, Asociación de Libreros de Lance, Madrid, 2010; p. 3-4.

Original del editat per l’Asociación de Libreros de Lance, amb motiu de la Fira, com cada any.
