“El que vull dir es pot expressar també d’una altra manera: l’amor pel llibre el té precisament qui en caure la tarda, assegut a la seva habitació, envoltat de silenci – pressuposant, òbviament, que al voltant d’ell hagi silenci de veritat – sent , de sobte, que els llibres que estan al seu voltant es converteixen per a ell en éssers vius. Particularment vius. Objectes petits però, tot i això, plens de món. Que hi són sense moures i sense fer soroll i, però, disposats a obrir en qualsevol moment les seves pàgines i a començar un diàleg que narra el passat, que fa mirar al futur o que invoca l’eternitat, tant més inabastable com més sap atraure el que se li acosta “.
“La vostra contribució s’utilitzarà per millorar la qualitat de la traducció i pot ser que es mostri a altres usuaris de forma anònima”.
Romano Guardini: Elogio del libro, ed. Encuentro, Madrid 1998.
Superlibris de Marià Aguiló
“…; para el bibliófilo, dentro de sus aficiones, lo más importante es el estado de conservación del libro, esto es, que se halle completo, con buenos márgenes, que no esté sucio y que las hojas del mismo no tengan picaduras de polillas o se encuentren rotas; después de esto es muy importante la edición, que puede ser estimada por su rareza, corrección o desde el punto de vista tipográfico e ilustraciones que pueda tener, por el comentarista, y, por último, por la encuadernación del mismo, que en muchos casos es más valiosa que el libro que contiene.
El buen bibliófilo, cuando adquiere un libro que desgraciadamente no está en muy buen estado, se preocupa de su restauración, conservación, y si la encuadernación es deficiente lo encuaderna de nuevo; esta encuadernación es la que principalmente revela el gusto, refinamiento del bibliófilo y la estima que tiene por el libro, pues aunque el bibliófilo no tenga medios económicos suficientes para pagar una buena encuadernación, ésta es tan variada hasta en sus precios económicos que hace falta ser un buen bibliófilo para aplicar una encuadernación a un libro que armonice con la antigüedad y contenido del mismo.
Muchos bibliófilos han encuadernado sus libros aplicando en sus tapas un escudo heráldico, emblema, nombre o iniciales ( superlibris) , pero esto no quiere decir que todos los libros que ostentan en su encuadernación escudos heráldicos hayan pertenecido a un bibliófilo, pues en muchos casos estos escudos se han puesto en ejecutorias, títulos nobiliarios, procesionarios y misales como lujo y ostentación para un solo ejemplar, como otras veces han sido encuadernados magníficamente libros con escudos en las tapas, siendo su objeto un regalo; lo que sí prueba la existencia del bibliófilo es el ex-libris que aplica a sus libros, y que es una manera más modesta de indicar la propiedad del libro y la biblioteca.”.
Francisco Vindel: Los Bibliófilos y sus Bibliotecas , reedició no venal editada per LIBRIS per a la IV Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo, Madrid, 1994. Original: conferència a Madrid el 1934, pp. 13-14.