Pere Miquel Carbonell. Chròniques de Espanya fins ací no divulgades (1513)
“ Pere Miquel Carbonell, notari, historiador, cronista i poeta, d’una peça, nascut a Barcelona el 1437 i traspassat a la mateixa ciutat el 1517, formà una biblioteca d’humanitats, d’història de la Corona d’Aragó i literatures. Vers l’any 1896, un lot d’incunables procedents d’aquesta biblioteca estava en venda a la parròquia de Caldes de Montbui, al preu de cinc pessetes el volum, indistintament. Segons conta Antoni Palau en les seves Memòries, el col·lecionista i llibreter Jaume Andreu n’adquirí uns quants.
Altres biblioteques de començaments del segle XVI, dignes d’ésser esmentades, foren les de Nicolau Pere, en la qual hi havia, principalment, obres dels clàssics llatins i de legislació catalana, i la del gran impressor català mossèn Pere Posa, que es detalla en el famós inventari dels seus béns.
Suma de la Art d’Arismètica de Francesc Santcliment.Va ser impresa a Barcelona per Pere Posa el 1482.
En l’últim terç de segle hi ha la de mossèn Francesc Serra, doctor en lleis. Un inventari del notari Montserrat Serra, dels anys 1584-1592, ens assabenta que constava d’uns tres mil volums i que la integraven, principalment, obres d’humanitats i de legislació.
És també d’aquella època la biblioteca de l’arquebisbe de Tarragona, Antoni Agustí, molt rica en obres de numismàtica, història i jurisprudència. Antoni Agustí fou el primer que va implantar el sistema de catalogació per matèries. D’aquesta biblioteca, que passà a nodrir el fons de la d’ El Escorial, se’n publicà un catàleg l’any 1586.
Llibre de Llibreters de Vell i de Bibliòfils Barcelonins d’abans i ara, de Jaume Passarell, Ed. Millà, Barcelona, 1949; p. 150.
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Feria del Libro en la Cuesta Moyano 1930
“ Cuando parece que la época del libro está tocando a su fin; cuando los libros, en el sentido clásico del término, serán en poco tiempo un objeto histórico, quizás con espíritu de rebeldía ante lo que se avecina, es rara la pequeña capital de provincia española en donde no se celebre una Feria del libro de ocasión. Confieso mi afición a estas librerías en las que, sin la apariencia de un orden más o menos lógico, se encuentran libros de toda condición, cubiertos con la lógica pátina del tiempo que le da, si cabe, mayor encanto. Callejear varias horas de caseta en caseta, viendo todo lo que hay a la venta, leyendo furtivamente alguna página, confieso que constituye un placer de los que ya no se estilan. Encima, casi por casualidad, aparece la joya que uno no buscaba, en forma de un libro viejo, descatalogado y pidiendo que alguien se lo lleve a su casa.
Cuando, en el decir de Hemingway, uno era pobre, feliz e indocumentado, estas correrías por las librerías viejas constituían una necesidad vita. En ellas, los libros eran baratos. Tengo en la memoria caminatas excelsas por la Cuesta Moyano madrileña en la que, si uno no compraba, que era lo más habitual, al menos hablaba con los libreros, tristes, sabios y expertos, que eran un pozo de sabiduría en lo tocante a libros de todo tipo.
A uno, inexplicablemente inexperto, le compré a precio de ganga el Idearium español de Ángel Ganivet. Dónde está ahora ya no lo sé, aunque este es otro tema. El caso es que, cuando el tiempo ha pasado en abundancia, cuando los libros rebosan en toda la casa, aún considero un placer de dioses, al alcance de cualquier bolsillo, perderse por las librerías de viejo, a pleno sol, para encontrar, si hay suerte, algo que no está de moda, que no es un best seller, pero que, quizás por todo eso, constituya un pequeño tesoro. Uno se lleva a casa el ejemplar cobrado como si fuera un cazador enarbolando un trofeo”.
“Libro de ocasión de Julio González Puente” , article de Paula Arenas a noticias.com ( era a internet, però ara no surt, he demanat informació i quan la tingui la faré saber).