“ Els encantistes de Sant Sebastià tenien el costum de guardar els atuells de l’ofici i els llibres en una mena de sots, amb categoria excessiva de magatzems, que hi havia al carrer de Sota Muralla. El qual estava situat, tal com assenyala el seu nom, sota mateix d’aquella. Era brut, pintat amb pols de carbó, i molt solitari els diumenges. Damunt hi havia la muralla de Mar, que era, aleshores, un dels passeigs predilectes dels barcelonins.
Davant l’edifici del Banc de Barcelona començava la rampa, ampla, que hi pujava. Més enllà, l’espadat de la muralla, els blocs de pedra assotats per les onades, els vaixells que presumien llurs veles blanques o llurs xemeneies rabassudes, la Barceloneta assolellada i el cel blau…
A mig passeig hi havia el pont que comunicava amb la Capitania General, i una mica més lluny, la parada d’un llibreter, isolat en aquell lloc, el qual en Joan Pons i Massaveu va perpetuar en un deliciós article que es publicà a La Renaixença, intitulat El Quicu dels llibres.
Il·lustració El Quicu dels llibres de D’Ivori a Contes de Bibliòfil
Una cua dels Encants de Sant Sebastià, fet i fet, el Quicu. Una parada bigarrada, de literatura de canya i cordill, aquella, situada prop els pescadors, de la mateixa categoria, que es barrejava amb els pals, amb el velam, amb les xemeneies dels vaixells, i amb un fons de cel pur com a marc del quadre. ¿ No us imagineu la gràcia que havia de fer?
L’article d’en Pons i Massaveu fou reproduït per en Ramon Miquel y Planas en la seva edició dels Contes d’un bibliòfil”.
Llibre de Llibreters de Vell i de Bibliòfils Barcelonins d’abans i ara, de Jaume Passarell, Ed. Millà, Barcelona, 1949; p. 50.
“ Así como uno puede apasionarse por cualquier cosa, hay a quien le apasionan los libros.
Pero no a cualquier libro. Tampoco me refiero a una manía compulsiva por leer, ni a la constante necesidad de tener un libro en las manos. Los bibliófilos, en el sentido más literario de la palabra, son personas aficionadas específicamente a las ediciones originales, más correctas o más raras de los libros. Y no lo digo yo, lo dice la RAE.
En fin. A primera vista, uno creería que esto de la bibliofilia no es algo que atraiga multitudes, sino algo mucho más subterráneo, casi excluyente. Y aunque no sean cientos de miles los bibliófilos en el mundo ( o yo no creo que sean tantos…), y su oficio sí sea excluyente, como veremos ( económicamente), se trata de una cultura apasionante, y, a su manera, es un modo de vida.
Pongamos un ejemplo sencillísimo:
El Quijote es un libro muy famoso que se escribió hace más de cuatrocientos años. Supongamos que usted o yo queremos conseguir el libro; queremos poder afirmar que tenemos el Quijote en nuestra biblioteca. Si usted o yo de verdad deseamos eso, lo más seguro es que vayamos a la librería más cercana y consigamos una edición barata, pero decente del mismo. O quizás busquemos en Internet, cosa que es aún más sencilla. Entonces, podríamos decir que lo tenemos. Al Quijote.
Pero… ¿ Y qué haría un bibliófilo?
Considerando la importancia del libro, un bibliófilo documentado sabría de comienzo que la primera edición del Quijote data de inicios de 1605. Quizás también sabría que en poco menos de un año ( 1606) ya se habían impreso cinco ediciones a lo largo y ancho de la península Ibérica, y que otras tantas ( tanto legales como ‘piratas’) se encontraban por esa fecha en proceso de encargo e impresión. Entonces, con estos datos en mente, se lanzaría a encontrar unos de los sobrevivientes de estas escasas tiradas, y lo conseguiría a cualquier costo.
¿ Es clara la diferencia? Lo que empiezo a entender cuando veo esto es que la bibliofilia se basa en el amor por lo original, en la necesidad de entrar en contacto con objetos que vivieron o fueron creados en la época de interés, y que de alguna manera se han mantenido hasya hoy.
Asi, un bibliófilo no simplemente tendría al Quijote en la biblioteca; tendría algo más por el estilo de ‘una copia de El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha, 3 vol, in-folio, 299 por 215 mm, completo según tal catálogo… ( estoy inventando, ya les digo de dónde saqué esto).. con 9 páginas blancas y 357 de texto, ilustrado por tal y tal personaje…”.
Article de Dancastell: “ Los bibliófilos”, basant-se en El Club Dumas de Pérez-Reverte, en el vlok:
http://blogs.eltiempo.com/el-aleph/2009/05/30/los-bibliofilos/
Imatge a l’article de Dancastell