“ Internet és la major biblioteca que existeix. Google, el seu major bibliotecari, el que troba totes les pàgines i totes les referències; però Google pertany a un Internet antic; el d’ara és més mòbil, més social, on la gent no només llegeix, sinó que parla, escriu, fotografia o filma. És una altra forma d’usar Internet. Internet ha passat de ser la gran biblioteca a ser la gran conversa”.
David Sifry, fundador de Technorati.
“ El Bibliófago es como un arcón que nunca se ha abierto para no perder nada. Teme hablar de sus siete doctorados y sólo cita tres; muy fácil le resultaría sacar cada año uno nuevo. Es amable y le gusta hablar; para poder hablar también cede a otros la palabra. Cuando dice: ‘No lo sé’, cabe esperar una conferencia detallada y erudita. Es rápido, porque siempre busca gente nueva que lo escuche. No olvida a nadie que lo haya escuchado, el mundo se compone, para él, de libros y de oyentes. Sabe apreciar debidamente el silencio ajeno, él mismo sólo calla unos instantes antes de iniciar un discurso. En realidad, nadie quiere aprender nada de él, pues sabe muchas otras cosas. Propaga incredulidad, no porque nunca llegue a repetirse, sino porque jamás se repite ante el mismo oyente. Sería entretenido si no abordara siempre algo distinto. Es justo con sus conocimientos, todo cuenta, ¡ qué no daríamos por descubrir algo que le importe más que el resto¡ Pide excusas por el tiempo que, como la gente normal, dedica al sueño.
Con gran expectación y deseando pillarle al fin una patraña vuelve uno a verlo después de varios años. Inútil esperanza: aunque aborde temas totalmente distintos, sigue siendo el mismo hasta la última sílaba. Entretanto, a veces se ha casado o ha vuelto a divorciarse. Sus mujeres desaparecen, siempre han sido un error. Admira a quienes lo animan a superarlos, y en cuanto los supera, da con ellos al traste. Nunca ha ido a una ciudad sin antes leerlo todo sobre ella.
Las ciudades se adaptan a sus conocimientos, corroboran lo que ha leído, no parece haber ciudades ilegibles.
Se ríe de lejos cuando se le acerca algún necio. La mujer que quiera ser su esposa deberá escribirle cartas pidiéndole información. Si le escribe con la suficiente frecuencia, él sucumbirá y querrá tener siempre a mano sus preguntas”.
Elias Canetti: 50 caracteres ( el testigo oidor), Guadarrama/Labor, B, 1977, pp. 141-142.