“ El comprador de llibres de vell ( bouquiniste) pròpiament dit és comunament un vell rendista, o un professor emèrit, o un home de lletres passat de moda que ha conservat el gust pels llibres i que no va aconseguir proveir-se de mitjans per comprar-los. Es posa sense parar a la recerca d’aquests llibrets preciosos, rarae aus in terris que el capritxós atzar va poder haver amagat per casualitat sota la pols d’un lloc, diamants sense muntura que la plebs confon amb granadures, i que només la mirada judiciosa del lapidari distingeix”.
Charles Nodier: El aficionado a los libros”, Le Castor Astral, Paris, 1993, citat a De bibliomanía. Un expediente, de Jaime Moreno Villarreal, Univ. Veracruzana, México, 2006, pp. 200.
“ Ya metidos en harina no me importa confesar otra de mis parafilias: La Bibliofilia, que es algo que suena a aburrido y a ñoño y a polvoriento y a alergia y a viejo y a ácaros sobrevolando el ambiente, pero que es algo que con los años aprendí a valorar de mi padre.
Tal y como digo en el título del post( Bibliofilia no es montárselo con un libro) , no va de tener sexo con libros ( no, ni siquiera con un ejemplar del Kamasutra, insisto) que, aunque habrá quien lo intente, la bibliofilia tiene más que ver con meter las narices entre las páginas de un incunable antediluviano y aspirar fuerte hasta deshacer las fibras del papel. O, como el caso al que quiero referirme, de saber apreciar aquellas piezas únicas que ha dado la imprenta y, que a día de hoy, resultan algo difícil de encontrar.
Recuerdo las dos únicas veces que entré en una librería de viejo o de libro antiguo: Una fue en Toledo, en un pequeño local cerca de la catedral. La otra fue Santiago de Compostela.
Las librerías de viejo tienen una particularidad: Yo, como bibliotecario, he lanzado a la quema de libros ( lo que en argot se llama expurgo) muchos, muchos libros que, más tarde, he encontrado en este tipo de tiendas y puestos. Y me hace gracia cómo alguien te puede pedir 7, 8 ó 10 euros por libros viejos con poco valor como los que mi mano implacable ha lanzado al contenedor de basura.
Sin embargo, unas pocas veces, uno a puede encontrar verdaderas joyas que sí tienen un valor real. En mi caso no hubo suerte: las dos veces que entré en una de estas librerías pregunté por el mismo título. En la primera, el librero me dijo no saber a qué libro me refería con muy malas maneras ( ya, ya…) La segunda vez, la librera casi me besa, parecía que había pronunciado las palabras mágicas. No estoy de broma, a la mujer se le enterneció el rostro ( y eso que antes no me había quitado el ojo de encima mientras daba vueltas entre las estanterías)”.
En el vlok d’Eric F. Luna : http://reycerilla.wordpress.com .