“ Charles Nodier deia que del bibliòfil al bibliòman només intermediava una crisi. Es possible, doncs, que a través d’una segona crisi del bibliòman en pugui derivar el bibliocleptòman.
El furt acostuma a tenir en la consciència social una valoració que a vegades no s’ajusta al tecnicisme jurídic. Entenem per furt aquell acte il·lícit derivat de l’activitat de l’agent que pren una cosa moble sense el consentiment del seu propietari. No comporta violència ( en les persones) ni força ( en les coses), a diferència del robatori en què l’acte il·lícit es produeix contra el consentiment del titular dominical.
En l’àrea furtiva es donen, però, moltes variants que poden resultar diferents al dret estricte, més no a la consciència social que reputem superior a qualsevol norma codificada.
Imaginem tres exemples. El de l’home afamat que pren un pa, o un aliment qualsevol, per satisfer la necessitat primària de sobreviure ( és el clàssic ‘furt nutrici’); el d’aquell que sostreu diner, joies, valors, etc… amb la finalitat buscada de lucrar-se’n ( és el furt amb intencionalitat o motiu de lucre que genèricament contempla el Codi Penal); i, finalment, el de qui furta, pren o sostreu, sense necessitat greu d’atendre la pròpia conservació, però tampoc per motiu o finalitat de lucre, sinó per afecció – desordenada, si voleu – de posseir una cosa específica i concreta que no està al seu abast adquirir per mitjans ordinaris ( compravenda, donació, permuta, etc.).
La tercera categoria es dóna en el cas del bibliocleptòman que no furta per necessitat peremptòria, ni per obtenir un lucre econòmic, sinó per impuls passional de fruir d’una de les coses més perfectes del món – el llibre -, impuls que sembla que en molts casos esdevé irresistible, produint talment una mena de transtorn mental transitori.
Article:”Dels ‘furtadors’ de llibres i dels seus ‘motius’”,escrit per S.I.C., a Revista de Llibreria Antiquària, nº 1, pp. 17-20.
“ No existe, entonces, un ‘diccionario de librería’ que defina estas palabras ( raro, escaso, antiguo, usado), sino que sólo la experiencia del librero puede hablar de ello. Pero en base a eso, hay quienes armaron este ‘diccionario’.
Manuscrito Voynich
Escaso: no significa que posea muchos compradores potenciales. Puede tratarse de un trabajo de poca importancia de un autor famoso, un tratado histórico interesante, o algo asociado a una persona o acontecimiento famoso.
Antiguo: esto vendría a ser ‘viejo’. Este término no se suele utilizar mucho en las librerías, ya que remiten a esas pilas de libros que estorban y nadie quiere. Algunos de estos libros parecen a primera vista muy interesantes, pero no lo son cuando se los examina de cerca, y se ve bien cuales son sus materiales.
Usado esto se puede dividir en libros que actualmente se imprimen, y libros que están fuera de impresión y por ende no se pueden conseguir. En este último caso, sólo se pueden obtener un ejemplar en una librería de usados, y es justamente por eso que poseen un precio alto. Si por el contrario, aún se pueden comprar, suelen valer la mitad del precio de tapa de los nuevos.
Cuánto incide el estado de un libro. La incidencia del estado de un libro suele ser inversamente proporcional a su ‘rareza’. Si un libro es muy difícil de conseguir, los compradores no suelen fijarse mucho en su estado. Sin embargo, si pudiesen conseguir diez iguales esta misma tarde, serán muy puntillosos para elegir el que mejor se conserve.
Sutra del Diamant, llibre imprès més antic, de l’any 868.
Algunos libros tienen valor sólo por su estado: muchos decoradores, compran libros sólo por su estado, a entre diez y veinte dólares el volumen. También están los que se interesan por la historia de la edición, y suelen por lo tanto fijarse más en el estado del libro que en su contenido.
Si un libro está en buenas condiciones,( es decir sin rayas en el lomo, raspones en la cubierta, marcas adentro, etc.) puede valer el doble de lo que valeu no en estado normal. Existen algunas personas muy detallistas, que buscan hasta con un ‘tercer ojo’ cualquier defecto que pueda portar un libro. Esta gente finge ser coleccionista, pero en realidad no lo son: un coleccionista sabría que un buen libro que pueda completar su colección, puede servirle mucho, por lo menos hasta que pueda hallar una copia mejor. Por ello, existen también coleccionistas que por fijarse sólo en el estado, desechan libros que tienen un valor único, aun cuando no estén en perfecta conservación”.
Article: “Bibliófilos: ¿ de qué depende el valor de un libro?” en el vlok: “En Plenitud, el sitio para mayores de cuarenta”. Http://www.enplenitud.com/nota.asp?articuloID=2514.