“Poca cosa sap d’una ciutat qui no ha recorregut – dues avui, tres demà, amb ocasió avui d’adquirir un volum fa temps cobejat; amb dolorosa necessitat de vendre’n dos, molt estimats, un altre dia – totes ses llibreries.
Ès clar que no són les llibreries tota la ciutat, però són en gran part el reflex de l’esperit de la ciutat.
Jo no capeixo que a una ciutat pugui dirse-li pitjor insult que aquell que a una població de l’Andalusia li canta la copla andalusa:
“……Ciudad famosa
del vino y de la alegría;
tienes trescientas tabernas
y una sola librería.”
L’últim vers de la cobla és ja, d’un sol tret, tot un retrat.
Les llibreries de la ciutat inquieta augmenten, talment sa inquietud dia per dia. En les avingudes amples com en els carrerons, des dels aparadors atraients de les tendes luxoses, o en els quioscos i llocs ambulants, que en aquest exèrcit de les llibreries constitueixen les avançades, la lletra de motllo del llibre, la revista, el periòdic, per a la xarxa temptadora – ensems sol·licitació i promesa – vers el vianant.
És multipliquen les llibreries de la ciutat inquieta i és cada una flama, gran o petita, amb què s’aviva la foguera de sa eterna inquietud…
I cada flama té vida i llum pròpia i es diferencia de totes les altres en aspecte, en esperit, en la personalitat del que entra a comprar i en la del que ven, tant, que es diria que s’adapten quelcom de l’esperit particular que alena en les pàgines dels llibres – vells o nous, profunds o lleugers, austers o picardiosos, aspres o amables, consagrats ja com immortals o ‘ocells de pas’, ‘flors d’un dia’ de la ciència, de l’art o la literatura – que esperen en els prestatges a què el buf d’un altre esperit els faci parlar.
És per això que un tomb per les llibreries de la ciutat, enriqueix l’esperit com un viatge…”
Article de Maria Luz Morales ( Trad. de R. Suriñach Senties),a la revista D’ací d’allà, vol. 15, nº 88, abril de 1925.(dibuixos d’Apa a l’article)
∂ ∂ ∂ ∂ ∂ ∂ ∂
“ Obras imposibles o demasiado raras aparte, lo que se ha dado en llamar ediciones de bibliofilia se refiere a aquellas que se realizan en pequeñas tiradas ( rara vez superan el número de quinientos ejemplares y suelen rondar la cifra de cien), numeradas y firmadas, ejecutadas con materiales de alta calidad y recurriendo a los mejores profesionales ( tipógrafo, encuadernador…) para que la ejecución sea impecable y, por último y más notorio, dotada de sentido artístico para lo cual se recurre a la intervención de un artista plástico cuya visión de los textos ( y aquí hay para todos los gustos, desde los clásicos grecolatinos hasta poemas inéditos de creadores contemporáneos en activo) y plasmación en imágenes de la palabra escrita formen un todo con la obra.
Nos adentramos con estos volúmenes en un terreno muy resbaloso puesto que el objeto físico conocido como libro comunica en estas ediciones por partida doble. Vamos a explicar un poco la filosofía de este tipos de obras; vamos , en definitiva, a poner palabras a sentimientos que más de uno de ustedes supongo ha tenido en algún momento de su vida ante un ejemplar de estas características ( o ante ese libro que, por cualquier circunstancia, se desea poseer).
Los libros que nos acompañan en nuestra vida están concebidos y realizados ( y con esta idea nos acercamos a ellos para leerlos) para que sólo nos sirvan como alimento para la mente, es decir, para que nos den conocimiento ( hablamos de las obras de ciencias, filosofía, tecnologías e, incluso, alguna novela ) o bien, para lo que está allí escrito ( en el libro) nos llegue a la más íntima espiritualidad; es el caso de la poesía, en particular y del resto de la literatura, en general.
En otras palabras, no le pedimos a los libros que nos regalen sensaciones, que nos despierten y agasajen los sentidos ( recordemos, la vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato). Práctiamente sólo utilizamos la vista como medio para descifrar un código de signos que van directamente al cerebro para ser ‘asimilados’ pero que, en la mayoría de los casos,, no pasan por el placer de las sensaciones. Cuando abrimos un libro normal, corriente, no esperamos, no le pedimos o exigimos que despierte, como objeto material que es, los sentidos. Cuando abrimos un libro no esperamos la piel amada para ser acariciada, olida, degustada y oída, incluso. Lo normal es que lo allí escrito vaya directamente a bien al cerebro o bien a esa cosa extraña que hemos denominado espíritu.
No lo esperamos pero es lo que anhelamos porque para eso el bibliófilo ha hecho del libro y todo lo que le rodea su objeto de deseo. Esto que digo se puede encontrar en estas ediciones que editores extraños producen para regocijo de sus lectores. Por un lado, estaría la comunicación implícita en la letra impresa y, por otro, ese cúmulo de sensaciones que tienen estas obras: las imágenes o una bella tipografía- limpia y bien compuesta- que regalan la vista, el tacto del papel artesano, el olor de los soportes o la tinta y el sonido al pasar las páginas o al deslizar nuestros dedos por las líneas”.
Article: “Las ediciones de Bibliofilia en España”, de Candela Vizcaíno, a la Revista Hibris, nº 22 de juliol-agost de 2004.
(Imatges dalt , d’un molt bon article de Candela Vizcaíno en el vlok elgranotro http://elgranotro.com.ar/index.php/libros-especiales-de-las-ediciones-de-bibliofilia-a-los-libros-de-artista-2/ )