“Ho recordo ara quan la poesia ha estat la primera a desaparèixer de les prestatgeries i s’ha quedat com la mercaderia més preada dels llibreters d’ocasió, una altra espècie per desgràcia en extinció”.
“L’aliment de l’ànima”, Joan Barril a El Periódico, abril 2013.
“ En otra ocasión conocí a un hombre que regentaba una de las librerías con títulos más escogidos y difíciles de encontrar que yo jamás haya visto: primeras ediciones de Joyce, de Dickens y de Jane Austen, de Conrad, algunas firmadas o dedicadas por sus autores; también rarezas descomunales, como – recuerdo – los únicos cuatro libros que publicara el misterioso y estrafalario Conde Stenbock, que logró escandalizar a Oscar Wilde. Aquellas piezas debían de tener unos precios elevadísimos, y sin duda no habría ninguno que quedara a mi alcance. Aun así, en parte por curiosidad y en parte por probar suerte, pregunté cuánto pedía por uno. La respuesta fue, tras arrebatármelo él de las manos, mirarlo con cuidado y exponerme las características excepcionales de aquella edición:’Este volumen no está en venta’. Al cabo de un poco más de ojeo pregunté por otro libro, y el proceso se repitió: el hombre – un hombre atildado, casi elegante – me lo cogió, lo acarició, me cantó sus excelencias y concluyó: ‘ No está en venta’. Lo mismo sucedió con todos los tomos por los que me interesé, y aunque en Inglaterra cierto tipo de reacciones resultan groseras, a la quinta no pude contenerme y le pregunté malhumorado:’¿Por qué no me dice cuáles están a la venta y así terminamos antes?. El hombre se inmutó un poco: pareció levemente herido en su profesionalidad. Me arrebató el último libro que yo había sacado, sopló del canto un polvo inexistente ( en verdad no había polvo en aquella librería, algo insólito) y contestó altanero: ‘ Oh, la mayoría de ellos, la mayoría de ellos, ¿ qué le parece? No voy a ir en contra de mi propio negocio’. Ante esa contestación, aún indagué acerca de dos o tres títulos más, pero siempre con el mismo éxito. ‘Desde luego hoy no es su día de suerte’, decía, ‘ese tampoco está en venta.
Luego supe, por uno de mis colegas de Oxford, que aquel hombre iba justamente en contra de su negocio, o, mejor dicho, no tenía negocio por mucho que su establecimiento diera a la calle y en su puerta hubiera un letrero que rezaba Open, o bien Closed, según las horas. El individuo era un coleccionista tan fanático y orgulloso de sus posesiones que, tras hacerse con una de las mejores bibliotecas del país, no soportaba que no la viera nadie ni se admirara de ella, o tan sólo sus escasos conocidos que lo visitaban. En consecuencia había decidido hacerse pasar por librero a fin de disfrutar con el asombro y la codicia que sus exquisitos tesoros suscitaban en los transeúntes incautos o aspirantes a clientes. No era de extrañar que nunca nada estuviera en venta”.
Del llibre d’articles: Literatura y fantasma, i del capítol anomenat: “ El mal imaginativo” , de Javier Marías, a Alfaguara, Madrid, 2001. Però he d’afegir que jo el llibre no el tinc ni l’he llegit, vaig trovar tot això en el vlok Espai de llibres, i l’he posat a la cua perquè crec que valdrà la pena.