“ Els antics llibreters no es dedicaven com avui a la venda de llibres. Feien llibretes de paper blanc destinades a copiar llibres manuscrits, o sia tal com es feien els llibres abans de la descoberta de la impremta. Com a record que venien llibretes encara són anomenats llibreters, i no llibrers, com lògicament hauria d’ésser. Eren establerts al carrer de la Llibreteria, on abans hi havia els herbolaris i apotecaris”.
Joan Amades: Arts i oficis, Ed. El Mèdol, Tarragona, 2004, pp. 32-33.
“ La diferencia entre una librería anticuaria y el resto lo constituye el fondo. Además, y por lo general, a la antigüedad de la colección se une la vejez y experiencia de la librería, oficio que en muchos casos pasa de padres a hijos. Esta característica dota a estos lugares de un aura casi mágica, un lugar entrañable donde uno puede encontrar, como le ocurrió al poeta Rainer Maria Rilke en París, ediciones como el Ronsard de 1867, obras raras y curiosas, piezas únicas o descatalogadas, ediciones piratas, clandestinas y prohibidas, entre otras.
Lugares muy distantes a aquellos anaqueles hexagonales que encerraban libros preciosos e inaccesibles que nos narran magistralmente las páginas de Borges en su Biblioteca de Babel, cuando trabajaba al frente de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, pero donde el curioso, investigador y coleccionista ha de conocer las artes del comercio de antigüedades, en este caso libros, por lo que resulta fundamental la discreción, la confidencialidad: que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, según el consejo evangélico.
El comercio de libros antiguos por Internet ha significado la pérdida de una serie de elementos clave a la hora de concretar una compra-venta, que permitían al librero una cierta horquilla de movimientos a la hora de determinar el precio de un libro. Entre ellos los aspectos emocionales del comprador, su apariencia física, insignificante pero importante, su forma de hablar y sus conocimientos sobre la obra y el libro antiguo en general. Todo ello se ha desvanecido, dando paso a una transacción informal, sin presencia física alguna, con el riesgo que ello conlleva, en la que el precio muy raramente se llega a modificar, salvo por cuestiones de conservación del ejemplar ( afectado por polillas, manchas de humedad, márgenes cortados, falto de portada, ejemplar mútilo), que no siempre aqarecen indicados por el librero”.
Article de Nicolás Bas Martín: “Documentación on line sobre libro antiguo”, pp. 113, a Documentación de las Ciencias de la Información, 2007, vol. 30.