“ En cualsevol imprenta decenteta hi ha, en lloch ben visible, al costat del Diccionari de l’Academia, un tractat de tipografía, en llengua estrangera casi sempre, tractats qu’apreten poch per volguerho abastar tot. S’hi estudía desde la manera d’agafar el componedor, fins á la correcta disposició de les planes en una forma; s’hi donen indicacions sobre les caixes de grech y d’alarb; s’esplica el tracte dels papers, llur clases y fabricació; la conducció de les máquines y llurs averíes,…. Demanin ¡ totes les pretensions d’un trivi y un cuadrivi.
¿Com es. Donchs, qu’ab instruments de saber tant preciosos, siguin les imprentes series, up-to-date, aus tan rares com el pájaro azul o l’hipogrif?… Y contin que ja no demenem imprentes d’art, establiments-temples, qu’aquéstos sols se donen, en circunstancies molt escepcionals, en una Vilanova llunyana com Castell de somni.
L’única raó es la de que no hi ha manuals ni tractats qu’ensenyin l’Amor.”
“Reflexions sobre l’art de fer llibres”, a l’Anuari Oliva, Vilanova i la Geltrú, 1907, pp. 90.
“ Los celofanes de color naranja que dan sombra a los libros expuestos en el escaparate no bastan para cumplir una función fundamental en el comercio – en el sentido amplio del término – del bibliófilo: se necesita el refuerzo del papel cristal, esa película translúcida que, inesperadamente, encontramos también en las floristerías envolviendo los ramos baratos, y que aquí protege cada libro. El papel cristal es consustancial a la edición original, a la que preserva – esa es su misión, literalmente vital – de la acción de la luz, solar o lunar, de la descomposición lenta, imperceptible pero definitiva, por esos agentes exteriores, esos imponderables, que decoloran las tintas, hacen amarillear los bordes y las esquinas, deslustran los lomos, hacen envejecer – con mayor rapidez de la tolerable – esta preciosa empresa.
El papel cristal envejece en lugar del libro ( en lugar de uno, en lugar del bibliófilo, añadimos: convierte el tiempo en un espectáculo visible, domeñable, objetivo, diríamos, de acuerdo con determinado vocabulario). Permite, al mismo tiempo, evitarse el espectáculo de esa corrupción: es una piel ligera, múltiple, que basta con cambiar – como si mudase – al cabo de cierto tiempo, y que hace que el libro sea un objeto siempre nuevo, siempre puro: que le permite ‘estarse quieto’.
El papel cristal conduce pues al libro hasta una frontera – exactamente hasta su opuesto ( su contrario mítico) -, dota a este cuerpo muerto del poder de renovarse, hace de él un objeto vivo; mejor todavía, un objeto que vibra co9n una juventud eterna”.
Article “Anatomía del bibliófilo”, de Patrick Mauriés, traduït per A. Taberna, a Revista de Occidente, nº 141, 1993, pp. 86-87. ( Original a Traverses, Paris, 1983).
Les “Reflexions sobre l’art de fer llibres” és un article genial. No té desperdici i ens deixa veure molt bé el misticisme de l’Oliva de Vilanova.
L’Anuari Oliva és un gran llibre, hi ha articles molt interessants.
A la Biblioteca Balaguer el tenen i val la pena anar-hi per veure’l, per prendre notes, per fullejar-lo , tocar-lo