“ ¿En què consisteix qu’una impressió d’En Aldus o d’En Plantin sigui avuy tan buscada, tan disputada, tan ben pagada? El mérit de cuan era actual es ben fácil d’entendre; la majoría d’aquelles edicions son les prínceps de clássichs grechs y romans qu’el renaixement ressucitava, y el ser aleshores el llatí la llengua universal de la civilisació, els donava una importancia y una difusió grandioses. Peró aquella llengua clásica, per excés d’inadaptació, ha mort completament per a la ciencia; y ab tot, aquells llibres, que ningú llegeix, viuen en l’estimació de la gent de gust.
Y es que tenen quelcom més qu’el llur valor literari, es que tenen alló qu’el vell regent d’imprempta d’En Maupassant buscava.
Es inútil tractar de donar cos doctrinaria an alló. Alló es l’armonía ¡
Cuan en un llibre hi ha verdaderes proporcions entre la llargaria y l’amplada, el volum y el pes, la mida del paper y son gruix, el npa de composició de les planes y’ls blanchs que’l volten, el tamany de la lletra y l’interliniat, y totes aquestes relacions s’equilibren, en una armonía total, el llibre dura y arriba a ser estimat dels bibliòfils, si s’hi afegeix la correcció necessaria del tiratge.”
“Reflexions sobre l’art de fer llibres”, a l’Anuari Oliva, Vilanova i la Geltrú, 1907, pp. 90.
“ Los distintos papeles se adaptan con toda naturalidad a una escala de valores: el papel volumen designaría, sintomáticamente, la abcisa, el origen, la más pobre de las especies posibles ( los mejores editores lo emplean incluso para fabricar libros corrientes): papel espeso, un poco blando, cremoso, ligeramente esponjado, estofado, que, a pesar de todo, está expuesto a amarillear con facilidad; un papel cuya naturaleza particular puede escapar a una mirada rápida. El verjurado muestra un grado suplementario de coherencia; es un poco más rígido, y lo que en él destaca sobre todo son las estrías, como si estuviera autentificado por la huella regular de una forma ausente. Se trata de un papel discreto, sobrio ( ‘Ingres’, en otra de sus versiones), pero todavía es demasiado corriente, está demasiado próximo al papel de cartas de calidad.
Los jaspeados, el ‘dibujo’ del papel de hilo, su pureza artesanal, su olor a viejo corrigen ( en profundidad) lo que sigue habiendo de uniforme y monótono, de mecánico ( pues la bibliofilia se ve afectada por esta contradicción) en la tesitura horizontal del verjurado. Con el Arches, con el holandés Van Gelder, con el Japón ( imperial) se llega a la omega de este alfabeto: papeles de una riqueza infinita, dignos de admiración en sí mismos, y de algún modo autosuficientes. Esta calidad resulta multiplicada – o realzada – por la cantidad: se imprimen en papel Japón los cinco ejemplares – a menudo puramente nominativos – de cabeza1; en verjurado, los setecientos o los mil siguientes.
1 Primeros ejemplares de una tirada. Suelen contar con algún elemento suplementario ( p. ej., más ilustraciones que el resto de la edición) que los hace especialmente valiosos.
Article “Anatomía del bibliófilo”, de Patrick Mauriés, traduït per A. Taberna, a Revista de Occidente, nº 141, 1993, pp. 85-86. ( Original a Traverses, Paris, 1983).
què dur que els Aldus i els Platin hagin caigut del pedestal on eren perquè han passat de moda i ja no es paga el que es pagava a principis de segle XX!
Això demostra la volatibilitat de les modes bibliòfiles…
doncs no fa molt a la llibreria Els llibres del Tirant demanaven 300.000 euros per la Hypnerotomachia Poliphili editada per Aldus. No està malament,