Més aforismes del llibre Els Cent Aforismes del Bibliòfil de Ramon Miquel y Planas.
II D’AUTORS Y GENT DE LLETRES
13
Es un goig molt gran l’escriure
per a qui no n’ha de viure.
14
Si no ets un mestre escrivint,
fill meu, confórmat llegint.
15
Les obres ben acabades
s’han escrit dues vegades.
16
Sempre’ls escriptors novells
pensen valdre més que’ls vells.
17
Molts cops un gran estilista
no es més que un pèrfit sofista.
18
Escriu del grech y’l llatí
qui no té res séu per dî.
19
Si ets poeta y no’t retens
faràs molts versos dolents.
20
Qui fa imprimir tonteríes
ja’n té per tots els seus dies.
21
Molts gramàtichs consultats
sols són autors fracassats.
22
L’escriptormassa copiós
val per mitg, pesant per dos.
23
Qui de les lletres fa ofici
té sempre un peu al hospici.
24
Igual que’ls falsos brillants
són els escriptors pedants.
25
Traduhir no es pas trahir,
ni fer crítica escarnir.
26
Dels èxits de llibrería
molts no duren més que un dia.
27
Als crítichs no escoltis massa;
tu ves fent: veuràs què passa.
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“Desde luego, hay que distinguir entre el bibliófilo de pata negra ( el de verdad, que sabe de libros y los ama) y el falso, pseudo o de mentirijillas: todo lo bueno tiene – y siempre ha tenido su imitación, su contrahechura o sucedáneo. Pina Martins cuenta que compró un libro de 1503, lo hizo restaurar, lo vendió y al cabo de unos años lo recuperó tras morir el bibliófilo que lo había comprado, quien no debió abrirlo siquiera, pues las señales puestas por él en algunas páginas continuaban en su sitio.
El bibliófilo ‘a la violeta’ puede ser millonario, pero ciertamente carece de la pasión, la sensibilidad y la formación consustanciales al bibliófilo de raza, ‘comme il faut’ o como Dios manda. Será fácil presa de los mercachifles del libro, que le venderán ejemplares lujosos, espectaculares – ¡ quizá facsímiles¡ – , pero que un bibliófilo de pro jamás compraría, al menos a ese precio, por mucho dinero que tuviera.
Como bien dice Celestina en el tercer auto, ?No hay lugar tan alto que un asno cargado de oro no le suba”. Un multimillonario puede elegir coleccionar libros en vez de cuadros, caballos o cabareteras, incluso quizá llegue a poseer, gracias a su dinero, auténticas maravillas bibliofílicas – como el códice Hammer –
, pero ello no le convertirá automáticamente en bibliófilo: si no ama a sus libros por sí mismos – y los mira. Los acaricia, los huele, los estudia… los lee – es, según diría Pablo de Tarso, ‘como bronce que suena y címbalo que retiñe’”.
MENDOZA DÍAZ-MAROTO, Francisco: El mercado del libro antiguo antiguo en España visto por un bibliófilo, Arco/Libros, Madrid, 2009; col. Instrumenta Bibliológica. Pp. 26-27.