“Per tots aquests exemplars que la fama bibliofílica ens ofereix, deya més amunt que Miquel y Planas era un bibliòfil normal, conscient, qu’estimava per damunt de tot el valor del text, car els llibres sòn per a llegirlos, per a treure profit de les seves ensenyances, per a copsarne un consell, obtenirhi un conhort, guia per la vida per a fruhirlo y delectarshi en totes les seves belleses literaries, y per a gaudirhi d’inefable goig, sense esment de les hores que van escolantse… Y Miquel y Planas, ben escullit el text, en totes les obres que va editar a despeses seves, sabent per endavant que cap benefici material podia tréuren – y gosaria a dir a gratcient de que no fos axi, donchs segurament lo contrari li hauria dolgut -, posava al servey del llibre tot el seu depurat bon gust y els seus vastíssims conexements en la materia, tenintne cura en tots els seus detalls per insignificants que poguessin aparentar, escullintne la bona qualitat del paper, y, sempre d’acord ab el text, el format que millor havia d’escaure al llibre, la grandaria, elegancia, nitidesa y estil dels tipus tipogràfichs, format de cara y marges, les ilustracions, sempre d’acord ab el text, a quin artista calia confiarles, quin procediment en la reproducció, si en quants colors o en negre, bona y encertada distribució de la portada y portadella: en el relligat, quin procediment, quina materia, quina ornamentació, quin color, si hi estaven millor o no els nervis y àdhuch que no disonessin les guardes, ni en color ni en qualitat, de les cobertes. En una paraula: tot el conjunt del llibre, transformat en summúm de bellesa y perfecció artística, que quan desde’l text fins al detall més mínim es una obra perfecta, esdevé, ademés, d’una valor ornamental y sumptuosa, tal com pugui ésser una escultura o un quadre de bon autor, o el moble d’excelent tallista”.
RODERGAS CALMELL, J.: Semblança y Bibliografia de Ramon Miquel y Planas per…; Barcelona, 1955, pp. 6-7.
“ Dos ricos bibliófilos ingleses, cordiales amigos convinieron en imprimir a todo lujo un libro del que sólo tiraron dos ejemplares, uno para cada cual ; pronto comenzaron a sentir la comezón de la recíproca envidia; cada uno quería poseer el ejemplar único; cierto día, uno de ellos, aprovechando la ausencia del otro, se presentó en casa del ausente y rogó a la mujer de éste que le permitiera cotejar el ejemplar del amigo con el suyo para comparar los grabados; aprovechando un descuido, arrancó del ejemplar ajeno dos o tres hojas para estropearlo, y satisfacer así su pasión. El amigo lo llevó a los tribunales; éstos condenaron al malhechor a pagar dos mil libras de indemnización; la Sociedad de Bibliófilos inglesa quiso expulsarlo de sus filas; pero el acusado les apostrofó, diciendo:’ ¿ Quién de vosotros no hubiera hecho en mi caso lo mismo?’. Habló la conciencia en el interior de cada uno – y no lo expulsaron; todos se sintieron íntimamente culpables.
El verdadero bibliófilo no tiene más pasión que los libros; los ama, y el amor es fuente de buenos sentimientos, aunque sea exclusivo. Al eminente helenista Adriani Turnebi.
hubo que sacarlo de su biblioteca el día de su casamiento: entregado a sus lecturas se había olvidado de la ceremonia. El erudito abate Gouje
se murió de dolor el día que tuvo que vender su biblioteca.
Scalígero decía:? ¿ Queréis conocer las grandes desgraciaas de la vida? Vended vuestros libros’. El filólogo Brunck, que en 1791 tuvo que vender parte de su biblioteca, y en 1801 el resto, lloraba cuando veía el nombre de algún autor de los libros que había vendido y a poco murió de pena. El príncipe Camerala que también tuvo que vender sus libros, se pegó un tiro por no poder vivir sin ellos. El marqués Chalabre
murió de desesperación por no encontrar un ejemplar de una ‘Biblia’ que no existía porque la había inventado un novelista.
Petrarca
murió en su biblioteca, sentado junto a una ventana con un Virgilio en las manos; el insigne historiador Mommsen
murió a consecuencia de habérsele incendiado los cabellos con una bujía de que se servía para buscar sus libros.
Caro lector: ni prestes libros ni los ames demasiado: son unos tiranos; te lo aconseja un escarmentado.
Article de Baldomero Argente: “ Bibliomanía”, a La Vanguardia de 23 de març de 1956.
És curiós el text dedicat a e en Miquel y Planas escrit en català prefabrià quan ja no tocava. Fidelitat a l’homenatjat?
El senyor Rodergas va escriure en la primera pàgina: ” S’ha adoptat la ortografia usada habitualment per Miquel y Planas, com a tribut respectuós a la seva memoria y per a que’l present llibre mantingui una unitat ortogràfica”.