“ La innocent i deliciosa febre del bibliòfil és, en el bibliòman, una malaltia aguda portada fins al deliri, ha escrit Charles Nodier… Del sublim al ridícul només hi ha un pas. Del bibliòfil al bibliòman només hi ha una crisi. El bibliòfil es torna sovint bibliòman quan el seu ‘esprit’ decreix o quan la seva fortuna augmenta, dos greus inconvenients als quals les persones més decents són exposades; però el primer és molt més comú que l’altre’. Doncs bé, àdhuc el bibliòman més extravagant és creditor a l’agraiment. Aneu a saber els tresors que s’han salvat a recer d’una mania col.leccionista, per més que voregi la follia. Follia digna de totes les consideracions, a desgrat de l’humorisme fàcil que sovint hi ha trobat tema”.
Article: “Els XII”, de Just Cabot a ‘La revista nova’, nº 15, de març de 1918.
“En los catálogos de librerías y subastas suele abusarse del término bibliofilia, aplicado con excesiva generosidad a cualquier edición mínimamente cuidada, y si lleva ilustraciones de algún pintor famoso ya se califica de alta bibliofilia. Pienso que se deberían establecer unos criterios objetivos para ello, referentes a maquetación, papel, tipografía, márgenes, ilustraciones, numeración, encuadernación… Puede servir de guía el interesante Code de la bibliophilie moderne, de Maurice Robert (Paris, 1936), primoroso librito que bien merece una reedición en facsímil y del que ya tradujimos y adaptamos los principios establecidos en las páginas 13, 25, 29, 37, 41, 45 y 59:
-La perfección de un libro no reside en la rareza, sino en la calidad.
-La tirada de un libro no debe ser arbitrariamente limitada para inflar de manera artificial su precio de venta.
-Son los grandes textos los que hacen los grandes libros.
-Un buen libro puede carecer de ilustraciones, pero un libro de lujo es necesariamente ilustrado.
-No todos los grandes artistas son buenos ilustradores.
-No todos los buenos dibujantes son buenos ilustradores.
-Es imprescindible que un ilustrador sepa leer.
-La edición de lujo es un oficio muy simple, tan simple como tocar el violón.
-El oficio de editor se compone, a partes iguales, de gusto, psicología y técnica.
-Necesita además cierto conocimiento intuitivo del público, lo cual a menudo se considera suerte.
-Lo esencial de su papel consiste en determinar qué ilustrador es el apropiado para el texto escogido.
-En caso de error, su castigo será el fracaso en la venta.
-El papel es importante, pero menos de lo que suele creerse.
-El tipo de papel depende del texto, del formato, de la puesta en página, de la ilustración…
-El mejor papel es el que se presta a mejores tiradas.
-La herejía capital de la falsa bibliofilia consiste en creer que un bello papel basta para constituir un libro de lujo.
-No hay más que un grado en la buena tipografía: la perfección.
-Una buena tipografía no puede salvar unas malas ilustraciones, pero una mala tipografía puede matar unas buenas ilustraciones.
-Un buen libro exige una hermosa encuadernación, pues – confesémoslo- se le mira más que se le abre.
-La encuadernación perfecta es agradable a la vista, placentera al tacto y resistente al paso del tiempo.”
Article: “Gollerías para Bibliófilos, 1: Las ediciones de Bibliófilo de Ramón Miquel y Planas”, de Francisco Mendoza Díaz-Maroto a la revista Hibris, nº 53, sep-oct 2009, pp.8-9.
Són curioses les obvietats dels dos textos, però no per ser òbvies no s’han de deixar de repetir.