“ Primer en una parada a l’aire lliure de la Ronda de Sant Antoni, i a l’abril del propi 1897 en el portal o escaleta de la mateixa Ronda, número 6. Les existències de llibres i estampes que allí guardàvem, foren robades al cap de tres mesos i de consegüent els lladregots acabaren amb aquell petit establiment.
Després corresponguérem a la munió de fires que per aquells temps es celebraven en les barriades típiques de Barcelona, fins que a mitjans de 1899 un vell llibreter establert des de 1892, al núm. 13 del carrer del Bonsuccés, ens traspasà el seu lloc de venda i motivà així que deixéssim l’ofici de lampista per a dedicar-nos de ple al comerç de llibres usats.
Allí, en aquell portal de la casa, habitada pels seus propietaris, la família Maspons i Labrós, començàrem a establir relacions amb llibreters estrangers. Allí també s’originaren les reunions entre literats i bibliòfils que sempre, sense interrupció, han tingut lloc en el nostre establiment. Gran part de la clientela era formada per estudiants, joves obrers, dependents de comerç; molts d’ells morts o en terres llunyanes i alguns avui rodejats de família tot sovint ens agraeixen les bones orientacions en les obres a llegir; altres aviat no necessitaren de consells i es bastaren amb els seus coneixements aconseguits per llargues jornades d’estudis”.
Article: “La Llibreria Palau”, per Antoni Palau i Dulcet, a La revista: Quaderns de Mil Nou-Cents Trenta-Tres. Any XIX.- Gener-Juny. 1935; pp. 71.
“ Esta afición al libro torna frecuentes las subastas en París y Londres, especialmente en la primera de estas ciudades, y multiplica las operaciones
En los románticos bordes del Sena, en torno al Pont-Neuf, donde se reúnen toda suerte de eruditos, literatos, escritores, bibliómanos y artistas, que lo convierten en lugar predilecto de cita, paseo y reunión. Allí van a la caza el rico barón analfabeto y el humilde poeta principiante; entre ambos se cruzan rápidas miradas bajo cejas levantadas con gestos de desprecio. Al barón, a juicio del poeta, le interesan exclusivamente los obras lujosamente encuadernadas o bien las ilustradas por pintores y grabadores célebres; al poeta, las bien escritas, aunque aparezcan humildemente encuadernadas; el uno compra libros para enriquecer sus vitrinas, después de vestir lujosas encuadernaciones de encaje o abanico, o bien para completar las colecciones de su biblioteca; sin que por ello le merezcan mayor interés que las de sus cuadros, las de sus perros de caza o sus caballos de carreras; el otro, para leerlas, para gozar de su contenido y dilatar sus perspectivas del mundo y de la vida. De la manera de apreciar estos últimos, más numerosos en los bordes del Sena que los otros, dan idea las siguientes alusiones:
¿ Que puede haber más deseable que la pasión por los viejos libros? – dice Hipólito Rigault-. No de los raros y curiosos, que esos son privilegio de los ricos y de los enriquecidos; en ese concepto no son sino una pasión ficticia, llena de vanidad, manera de dar a los millones un aire intelectual entre los falsos bibliófilos. El amor de los viejos libros, humildes, mal encuadernados, que se compran por poca cosa y se revenden por nada. He ahí la verdadera pasión sincera, sin artificios, en la que no entran el cálculo ni la afectación. Es un buen sentimiento de este culto del espíritu y ese respeto sentido por los monumentos más grandiosos del pensamiento humano, puede afirmarse que es un buen sentimiento esta veneración por los libros de otros tiempos, que han conocido nuestros padres, que quizá han podido ser sus amigos, sus íntimos confidentes. He aquí el sentimiento que provoca en nuestros corazones el amor a los viejos volúmenes, amable pasión que más que un placer es casi una virtud. Se guardan estos prisioneros con un cierto aire de vencedor, se los alinea emparejados sobre modestos anaqueles y ellos serán contínuamente amados, mimados, acariciados, pese a su indigencia, como si fueran vestidos de las más ricas telas de seda y oro”.
LASSO DE LA VEGA, Javier: Bibliofilia y comercio del libro antiguo; El Bibliófilo, M, 1947, pp.15.
Ostres, quins inicis els del Palau!
En el seu llibre, Memòries d’un llibreter català, explica moltes coses curioses, moltes anècdotes d’aquells anys i d’aquells llibreters i bibliòfils.