“ Al costat d’aquesta tendència general de les arts del llibre dels anys vuitanta, on es barregen tradició i modernitat, amb, malgrat tot, un racionalisme de l’art tipogràfic, un materialisme que s’oposà a un pretés idealisme encara potent però que està perdent la seva significació i el seu sentit, tendència general encara eclèctica, apareix en la il.lustració i la decoració del llibre un home que encarna gairebé tot sol l’Esteticisme, i en tot cas l’expressió més reeixida de l’Esteticisme català, Apel.les Mestres.
Apel.les Mestres ens permet poder parlar realment d’Esteticisme amb el seu japonisme i el seu ‘ naturalisme’. El seu naturalisme no s’ha d’entendre com el de Zola sinó com un decorativisme, una utilització estilitzada i artificiosament disposada d’elements naturals precisos, un esteticisme del paisatge, dels éssers vivents i de la flora. Aquetsa estilització té dos orígens; d’una banda, l’art gòtic, i de l’altra, l’art japonès, i amb això Mestres entronca amb l’Aesthetic Movement. Un aspecte fonamental que fa de la il.lustració a la decoració del llibre concebut com a objecte d’art, com a obra total especialment en els seus propis poemes i les seves cançons des de L’ànima enamorada de 1884, a Margaridó (1890), Vobiscum(1892) i Liliana (1907).
Article: “Esteticisme i Modernisme a les arts del llibre” d’EliseuTrenc …..; pp.42.
“ En la Vía Diagonal está “L’Arxiu”, la librería de Juan Bautista Batlle, de la que puede decirse que es la sucesora directa de la tienda del famoso “Mero”. Este “Mero” fué un librero muy notable que hacia el año 70 tenía su tienda en la calle Arc de Sant Miquel ( hoy Argenteria), número 6. “Mero” compraba libros viejos para quitar los pergaminos de las cubiertas y venderlos para hacer tambores. Después, el libro era roto a hachazos por un dependiente suyo llamado Saleta. Por aquel tiempo, en la calle Tapineria habia un colchonero que también se dedicaba a vender libros viejos. “Mero” le compró la tienda y, a partir de entonces, se hizo un verdadero bibliógrafo que contaba entre sus clientes hombres de la envergadura de Menéndez y Pelayo. A la muerte de “Mero” heredó su tienda doña Antonia Capdevila, que más tarde la vendió a don Agustín Bosch. Este cedió gran parte de sus libros a Juan Bta. Batlle, quien en Junio del 95 abrió su librería, que bautizó con el nombre de “L’Arxiu”. Batlle es bajito, robusto, colorado y fuerte; es un buen latinista y un erudito en materia bibliográfica. Tiene en su tienda alrededor de cien mil libros y una biblioteca particular copiosísima. También tiene la manía de coleccionar estampas, romances, “goigs” y ex-libris. De estos últimos posee una colección de más de veinte mil ejemplares, muy notables algunos de ellos. Al frente de sus catálogos coloca siempre artículos curiosísimos sobre ediciones, libreros y libros antiguos. A mi, en una ocasión, me regaló un libro editado por él con una recopilación de estudios críticos sobre los “goigs” en Cataluña en el siglo XVIII, de raro valor. Batlle tiene más de librero que de comerciante; si vais a comprarle un libro, mientras os lo muestra, lo ponderará y os dirá muchas veces: “ ¿ No repara?…” Luego no abusaráen el precio si sabéis tantearle.
En la calle de San Pablo tiene una librería Antoni Palau y Dulcet. Antes de él habían ocupado el mismo local Alberto Colom y Feliu Momtpart. Palau se estableció por primera vez el año 1899 en la calle del Buensuceso, número 13, y allí publicó la Biblioteca del Teatro Antiguo y Moderno, compuesta de 46 tomos en 8º. Hace algún tiempo editó un Manual del Librero Hispano-americano, que se compone de 7 volúmenes en 4º mayor y que es un inventario bibliográfico de la producción científica y literaria de España y de la América Latina desde la invención de la imprenta hasta nuestros días. Es muy notable y bastante completo, por lo que su editor ha adquirido gran fama entre los del oficio. Palau es el tipo perfecto del mercader de libros. Contínuamente se frota las manos y se las retuerce suavemente mientras os dice el precio de un libro humilde que ha colocado sobre el tablero de su tienda y que vosotros miráis con ojos ávidos.
Sus estanterías están repletas de volúmenes heteróclitos, de obras importantes. Palau compra tomos sueltos y los guarda en el misterio de la trastienda, hasta que el azar o su husmear incesante lleven a sus manos el libro deseado…
En la misma calle de San Pablo está la librería de Luis Millá, también de tradición gloriosa. El abuelo de Millá empezó el comercio de libros, hace cincuenta años, estableciéndose en la barriada de Gràcia; le siguió su padre, colocando sus tenderetes en aquellas románticas ferias de “Bellcaire”, y lo continua él en forma asaz provechosa. El padre de Millá es muy conocido y apreciado en Cataluña por los copiosos monólogos y piezas de teatro fácil, muy ingeniosas, que lleva publicadas. En la actualidad cuenta esta librería con una colección de obras teatrales con más de 40.000 títulos y un archivo de teatro catalán con 5.000 obras, casi todas autográficas. Todas las compañías de aficionados acuden a la librería Millá con la seguridad de encontrar la obra necesaria con todos los adminículos inherentes para su representación. Allí se habla contínuamente de autores, de estrenos, de actores… En esta librería oí citar por primera vez con conocimiento de causa los sainetes bilingües de José Robreño y Francisco Renart; los dramas de Eduardo Vidal y Valenciano y las comedias de FedericoSoler.
Article: “Algunos libreros” de Gabriel Trillas a Las Noticias de 31 de gener de 1931.