“ Es el prototipus del llibreter de vell – i per a millor coneixement del lector – direm que amb la denominació de “llibreter de vell” es designa aquell llibreter que compra i ven llibres ja usats, de segona mà.El nostre llibreter, però, no es limita com molts d’altres, al simple tràfic de novel.les ja llegides o manuals escolars ja utilitzats; és un veritable especialista més que del llibre vell, del llibre rar i curiós, del llibre antic. La seva botiga i, encara més, la seva rebotiga, a despit del seu aspecte rònec i gris, és una caixa curulla de tresors bibliogràfics: tiratges limitats, primeres edicions, edicions en grans papers, exemplars d’obres difícils de trobar i algun incunable ( llibre editat en el segle de Gutenberg, del descobriment de la impremta).Es rodejat d’aquests munts de llibres de tant valor entre els bibliòfils que el nostre llibreter de vell ens conta una infinitat d’anècdotes a què ha donat lloc el gust i la curiositat pel llibre rar i antic, gust i curiositat portada fins els límits més extrems de l’amor i la passió en alguns; anècdotes de fanàtics lectors i d’entusiastes bibliòfils, de bibliòmans i bibliòlatres.
Article: “ Bibliòfils, bibliòmans i bibliòlatres”, de LLucià Canal a La Nau del 7 de novembre de 1932. ( Crec que Llucià Canal és el pseudònim de ——– Palau, fill d’Antoni Palau i Dulcet.) .
“ Para nadie es un secreto que en el fenómeno de la bibliofilia intervienen dos factores: la rareza de los ejemplares, por un lado, y la pulcritud y exornación de los mismos por otro. En lo que se refiere a lo primero, tratándose de libros de otras épocas, el tiempo, los avatares de la historia y demás enemigos del libro, han contribuido en gran medida a valorar ejemplares que de otro modo, esto es, habiéndose conservado en la mayor integridad posible las tiradas primitivas, no hubieran llegado a los altos precios que se registran hoy en el mercado. En cuanto a los libros publicados hoy, esa rareza de ejemplares se produce voluntariamente por los mismos editores, limitando su número de acuerdo, entre otros factores, con los precios que de cada uno de ellos se espere obtener.
Puestas así las cosas, ya se comprende que lo que en el primer caso se justifica por los factores imponderables que intervienen, aun siendo escaso el valor – en cuanto a su contenido – de tales ejemplares, no podría justificarse, en cambio, para las ediciones ‘de bibliófilo’ de hoy, si lo que se dieran a la imprenta, con el máximo ornato y la menor tirada posible, fueran obras de poco momento, que careciesen de auqella significación espiritual, o de aquellas bellezas literarias, que realmente las hicieran acreedoras a los esfuerzos que tales ediciones requieren.En general, esto último se evita no arriesgándose más que a hacer ediciones de libros clásicos, en los que el editor puede contar siempre con mayores seguridades de acierto en cuanto al contenido. Ahora bien, esto que, en la mayoría de los casos, es mucho más prudente, entraña una notoria injusticia para los escritores actuales. No hay que olvidar tampoco que gran parte del valor de un libro estriba en constituir documento de una época, y que esto no se consigue solamente por lo que a su ornato se refiere como testimonio de los gustos artísticos de esa misma época, sino por el contrario contenido del libro que – no hay que olvidarle – es, al fin y al cabo, el verdadero protagonista de la edición.Es necesario, pues, que aquellos que emprendan tareas editoriales de esta índole, obren con conocimiento de causa, sopesando bien los méritos de las obras, tanto antiguas como modernas, para conceder los honores de publicación bibliófila solamente a aquellas que, por su calidad excepcional, lo merezcan realmente”.
Article a Cobalto, Vol.1 Cuaderno 1 de 1947, en la secció “Bibliofilia y libro de arte”, escrit per R.S.T.