“ Al no ser possible adquirir una publicació que no existeix, el súmmum de les apetències d’un bibliòfil passaria a poder disposar d’algun exemplar únic o pràcticament únic. Fco. Mendoza, a l’obra La pasión por los libros, considera que el plaer del bibliòfil es inversament proporcional al nombre d’exemplars que existeixen dels llibres que poseeix i que, aquest plaer, arriba al seu paroxisme – l’orgasme bibliofílic – quan pot aconseguir un exemplar únic. Evidentment, l’estatus d’exemplar únic és un dels aspectes més altament significatius a l’hora d’efectuar una avaluació”.
Jordi Estruga, conferència al COBDC, en el curs “Valoració dels documents escrits”, a l’octubre de 2006.
“… .Él, que es biblonauta, y no necesariamente bibliófilo – siendo el biblonauta el rústico que aprecia su almuerzo como substancioso alimento, a diferencia del bibliófilo, que es un gourmet que busca en él un placer estético – sabe que lo que le interesa del libro no es lo que el bibliófilo busca; reconoce que el interés del último es natural y legítimo, y que puede llegar a ser una ocupación de maravilloso refinamiento; pero que comparada a la suya propia, lo mismo daría coleccionar estampillas, o porcelanas: es que él, el biblonauta inveterado, concibe al libro de forma rústica, como alimento, y subordinada y secundariamente, puede maravillarle como objeto histórico, iconográfico, de lujo y de refinamiento. Porque el libro no es, primordialmente, un objeto del orden físico, que asumiera diferentes formas históricas: como tableta de arcilla, rollo de papiro, códice de pergamino, impreso de Gutenberg, y así en adelante: el biblonauta inveterado, no, para él el libro es otra cosa, su definición del libro es la de un objeto ideal; su concepción del libro es platónica: para él el libro no otra cosa es que un conjunto orgánico de contenidos ideales que forman una unidad completa, expresados en un lenguaje capaz de comunicar aquellos contenidos de forma consistente y bella. Ahí no se dice que deba ser de tal o cual material, ni que debe tener éste, ése o aquel formato para poder ser designado legítimamente como libro. Lo que interesa en el libro es su forma, quiere decir , su substancia y esencia; y mucho menos la materia primera de que fue hecho. Y por eso, él no tiene nada contra el e-book, sino muy por el contrario: si él puede conseguir antes sus contenidos ideales maravillosos e ilustrarse aún más y con más intensidad y más rápido, porque esos contenidos circulan por el aire de forma libre y gratuita, no; él no puede tener nada contra ello. …” Art “El libro electrónico y el futuro”, de Raúl Márquez Sullivan, en el bloc : // rmarquezsullivanphd.blogspot.com/2005_04_01_archive.html( avui no el trobo a internet)